Cointreau Académie, viaje al corazón naranja de Angers

Cointreau Académie, viaje al corazón naranja de Angers
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Hace pocos días que he vuelto de Francia, en un viaje realizado junto a ocho bartenders que ofician en los mejores locales de España. Nuestro anfitrión, Cointreau, y el escenario, Angers, cuna de la marca. Durante los dos días que duró la Cointreau Académie, pudimos descubrirlo todo sobre este licor, bandera de su ciudad junto con el impresionante Château d'Angers.

Precisamente fue el Château el primer escenario de nuestra incursión en el mundo Cointreau. Comenzado a construir en 1232 bajo el reinado de Blanca de Castilla, fue residencia de los duques de Anjou, para devenir años más tarde en prisión. Cointreau y Château d'Angers, nada tienen que ver ambos en su origen, pero su ligazón como enseñas de la ciudad es inevitable, hasta el punto que en sus dependencias, tras recorrer un camino y traspasar un muro de piedra, llegamos a la habitación secreta de Cointreau.

La habitación secreta de Cointreau y la emoción del tiempo

Château d

La habitación secreta de Cointreau guarda tesoros muy valiosos que solo salen de su encierro en contadas ocasiones. Únicamente los invitados de la casa pueden acceder a este pequeño templo circular resguardado por los muros del Château d'Angers

La tarde de nuestra visita nos acompañaba Alfred Cointreau, última generación de la familia, que fue nuestro cicerone durante gran parte de la jornada. Para los ajenos al mundo de la coctelería, puede que lo que allí encontramos careciera de valor, pero los ocho bartenders que formaban el grueso del grupo, sintieron un estremecimiento cuando se iluminaron las dos urnas encastradas en la mesa circular en torno a la cual estábamos sentados. 

La habitación secreta de Cointreau

En cada una de ellas, un libro y un par de guantes blancos inmaculados. Alfred nos invitó a tomarlos y leerlos, y es ahí donde pude observar actitudes cercanas al culto. En las manos de Joao Eusebio, de Magatzem Escolà, un volumen de Cocktails How to Mix Them, de Robert Vermeire, escrito en 1922, el primer libro que menciona Cointreau en la historia, con una primera mención al cóctel Side Car.

Con movimientos lentos y llenos de ceremonia, fueron calzándose los guantes y tomaron los libros en las manos. Parecían sujetarlos sin tocarlos, pasaban las hojas tan solo rozándolas, leían en un papel teñido por el tiempo fórmulas de cócteles de hace más de cien años, algunas de ellas de rabiosa actualidad.

Cócteles en K9

Tras las emociones pasamos a la acción y nos encaminamos a K9, un restaurant-bar de Angers enclavado en una antigua iglesia. Su carta habitual de cócteles se vestía de gala esa tarde para recibirnos, variando sus referencias habituales para ofrecernos diez creaciones con Cointreau.

Por supuesto, la lista estaba encabezada por el Cointreaupolitan: zumo de limón, zumo de arándanos y Cointreau, agitado y servido en copa de Martini. Este cóctel fue una constante en nuestro viaje, preparado y ofrecido en pequeñas cocteleras rosadas, para que cada uno lo vertiéramos en las copas tras agitarlo.

Una reinvención del clásico Margarita estaba en la lista, añadiendo rose sirup y polvo de chile a la tradicional mezcla de Cointreau, tequila y zumo de limón. Between the Sheets (se cree que fue creado en 1921 en el Harry's Bar de Nueva York), Singapore Sing, Rose Mary y Sweet November fueron algunas de las propuestas especiales para Cointreau Académie.

Fue un placer compartir ese momento con los bartenders al mismo lado de la barra, como espectadores de su tarea habitual, comprobando que para ellos su trabajo es mucho más que eso, por completo una pasión.

Visita a la fábrica Cointreau en Angers

Factoría Cointreau

La segunda jornada del viaje nos adentramos durante gran parte del día en el mundo Cointreau, con una vista a la fábrica para conocer tanto los procesos de fabricación como su historia. El germen de Cointreau fue fundado en 1849 por Adolphe y Edouard-Jean Cointreau, dedicando la destilería a la fabricación de licores espirituosos. No sería hasta 1875 cuando nace el licor Cointreau, buscando la distinción en un producto, la naranja, que no se produce en la zona de Anjou (donde predominan las cerezas). En un principio se le llamó Triple-Sec, una denominación que encontró trabas en su registro al constar de dos adjetivos, bautizándolo final y acertadamente con el apellido de la familia.

Cointreau se fabrica con cuatro únicos ingredientes, agua, alcohol neutro, azúcar y naranjas dulces y amargas. Estas se compran atendiendo a criterios de calidad, sin que sea determinante su origen geográfico. Pudimos ver los sacos de cáscaras de naranja y apreciar los olores que concentran sus aceites esenciales.

Las instalaciones huelen profundamente a naranja, la sala de destilación abre sus puertas y nos impregna del olor, al que poco a poco vamos acostumbrándonos. El proceso es preciso, según una receta centenaria en la que la destilación obtenida se divide en cabeza, corazón, y cola. Solamente el corazón se aprovecha, desechando la cabeza y la cola, ya que en la primera parte predomina el alcohol, el corazón tiene un equilibrio perfecto, y en la cola predominan los aceites esenciales. Pudimos probar las tres y dar fe de la gran diferencia que hay en cada una de ellas.

Carré Cointreau

Galería de imitaciones

La factoría Cointreau muestra orgullosa toda su historia, en un museo en el que se guardan con celo imágenes, carteles, escritos, y una memoria de su publicidad a través de los años. Esta es la parte más colorista, un largo pasillo anejo a la zona de embotellado en el que pudimos disfrutar con una enorme muestra de los carteles y películas publicitarias en las que historicamente han puesto gran empeño. La joya, un anuncio fechado en 1898, dirigido por los hermanos Lumière, en el que aparece el Pierrot que lame la boca de la botella, durante años el emblema de la marca.

Alfred Cointreau

La vitrina de las imitaciones es otra de las paradas curiosas, varios metros de estantes en los que reposan las botellas con los nombres más inverosímiles: Cuatro, Coindereau, Controy, o Quandró, son solo algunos ejemplos de un enjambre de botellas similares en color y forma, todas ellas intentando imitar y, por qué no decirlo, engañar respecto al origen de su contenido.

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