B Lounge, el restaurante del Barceló Raval en Barcelona

B Lounge, el restaurante del Barceló Raval en Barcelona
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No lo hago muy a menudo, pero cuando salgo a cenar a un restaurante, me gusta ir a sitios en los que me sienta cómoda, donde el ambiente invite a la conversación, a charlas y risas, donde la comida de calidad aporte un extra en originalidad y creatividad. Por eso cuando me dijeron que iríamos a cenar hamburguesas y tapas, se me quedo cara de póker, poco me imaginaba yo que esa sería una noche para romper esquemas mentales.

Tradicionalmente cuando decidimos ir de tapas, nos vemos haciendo una ronda por bares, más o menos cercanos y conocidos, con una decoración más o menos bonita, bebiendo cervezas o vinos y tomando las tapas de siempre. Esta imagen empieza a romperse en el momento que una servidora, ha quedado en la puerta del Restaurante B Lounge en Barcelona y llega más puntual de la cuenta y resulta que se encuentra en la misma puerta del hotel Barceló Raval y mientras espera a que los demás lleguen y mientras piensa que quizás se haya equivocado de sitio, empieza a leer la carta del restaurante y ve que, extrañamente para el restaurante de un hotel, está compuesta principalmente por tapas.

Las buenas sensaciones comienzan en el mismo momento que se entra en el restaurante, se ve un espacio donde el diseño cobra una importancia relevante, continua por la amable atención de las personas que nos atiende y sigue cuando nos entregan la carta y apreciamos su oferta, vemos que todos los platos vienen perfectamente descritos y que los platos “fuertes”, cuestan una media de 11 euros, y las tapas de 6 euros.

Raval Burguer

Es difícil decidirse, por alguno de los platos, así que nos dejándonos aconsejar incluso en las bebidas y tomamos una botella de Radix Shira rosado, con todo el aspecto y cuerpo de un vino tinto, pero bien fresquito, algunas tapas y la hamburguesa de la casa la “Raval Burguer“ hecha con 200 gramos de entrecotte de ternera, picada al momento, entre pan de pita, con queso cheddar, cebolla confitada, tomate raft y bacon, acompañada de patatas fritas naturales y una ensalada de temporada, por supuesto después de ver el tamaño del plato decidimos partirla por la mitad para compartirla y según palabras textuales de alguien de la mesa “la mejor hamburguesa que había comido nunca“.

Patatas crujientes enrolladas, chorizo ibérico y huevo frito

Probamos un montón de tapas, alitas de pollo deshuesadas a la brasa, con salsa barbacoa casera y patatas fritas, libritos de magret de pato con queso brie, jamón de pato y trompetas, hummus especiado, coca de sardinas sin espinas con zaaluk de berenjena y remolacha, curry verde tailandés de langostinos con hojas de lima, servido con arroz vaporizado, piruletas de parmesano, patatas crujientes enrolladas en chorizo ibérico y cubiertas de huevo frito.

Parte de la selección de postres

También nos dimos el gustazo de pedir postres y aquí quedamos igual de satisfechos que antes, probamos y fotografiamos un montón de ellos, un brownie artesano de chocolate negro con aceite de oliva, avellanas y helado de mandarina, un cheese cake de chocolate blanco y galleta oreo, gelée de frambuesa y helado de haba tonka, un poco de repostería árabe, sable de pistacho con nips de cacao, ganache de chocolate caraibes 70% y macadamias de oro, trufas y sorbete de manzana con almíbar, todo delicioso.

Y ahora me gustaría explicar porqué sentí que fue una noche para romper esquemas mentales, con respecto a ir de tapas, uno de los motivos es por qué es difícil imaginar que al restaurante de un conocido y lujoso hotel se puede ir a tapear, mucho menos a precios tan razonables, que el ambiente sea tan acogedor, que cada uno de los platos ofrezca producto de alta calidad, sea original y con presentación de alta cocina, que no solo el personal de sala sea atento, cordial y agradable, sino que en el momento que planteas alguna duda sobre algún plato o pides un consejo o sugerencia, a poco que pueda, se acerque el chef en persona, que esté encantado en aclararte las dudas y ni siquiera le importe ser sometido a, lo que el resto de la mesa consideró, un interrogatorio en primer grado.

Pero gracias al montón de preguntas que le hice a Joan Gómez, pudimos saber que había diseñado la carta inspirándose en la mezcolanza de culturas que existe en el barrio, integrando y fusionando la cocina mediterránea, árabe y asiática, y que gracias al tipo de cocina y servicio que ofrece, un hotel de lujo puede convertirse en un espacio cercano también para los residentes de la zona. Pudimos ver, lo orgulloso que esta del trabajo que su equipo realiza, y del lujoso espacio en el que se mueven, donde cualquier persona puede entrar a tomar solo un café, a comer, cenar o tomar un cóctel mientras escucha música o todas las cosas a la vez, ya que suavemente y sin que uno se dé cuenta, el ambiente va cambiando y evolucionando según pasan las horas.

En resumen un tapeo de lujo, cocina mimada, precios razonables, ambiente cálido, todo ello en un local de diseño. ¡Volveré!, merece la pena repetir.

B Lounge

Hotel Barceló Raval
Rambla del Raval 17-21
08001 Barcelona
Tel. 93 320 14 90

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