Restaurante La Oveja Negra, delicias sin complicaciones en Valencia

¿Nunca os ha pasado que cuando tenían que haceros la foto en el colegio o para el DNI, justo ese día os levantabais con el pelo rebelde, os manchabais la camisa en el desayuno o, peor aún, os salía un grano en la frente? Pues un poco parecido le ha pasado al restaurante La Oveja Negra, que ofrece delicias sin complicaciones en Valencia.

Y es que ya han sido varias las visitas que he hecho a este pequeño y cuco restaurante en la zona de Aragón, pues está relativamente cerca de mi casa, y justo cuando decido llevarme la cámara para hacerle fotos, es el día que tienen un menú más normalito y menos fotogénico. Aún así, he pensado que os gustaría conocerlo.

Las veces que he ido a este pequeño local de curioso nombre han sido siempre a mediodía, ya que ofrece un menú por 9 euros que incluye bebida y postres caseros (hacen tartas de todo tipo) que está realmente bien.

En esta ocasión nos ofrecieron tres primeros: espinacas a la crema, ensalada griega y calamares rellenos de habas. Yo quería probar estos últimos, pero se les habían acabado (fuimos un poco tarde) así que optamos por los otros dos. En otras ocasiones recuerdo probar una rica ensalada César y también unos deliciosos -pero algo escasos-- espaguetis carbonara.

La espinacas a la crema estaban realmente buenas, tenían pasas rehidratadas en su interior y un huevo sobre las espinacas. Lástima que estuviera demasiado hecho y la yema se hubiera cuajado, porque entonces hubiera sido un plato delicioso. La ensalada griega estaba buena, pero tampoco nada del otro mundo.

De segundo plato había algo más de oferta, incluido un tataki de salmón y una calzone de jamón y sobrasada, pero optamos por un plato de arroz con costillas y pimientos y otro de pollo a la japonesa.

Los arroces son realmente la especialidad de este lugar, recuerdo uno de gambas y sepia que probé en otra ocasión que estaba espectacular. Este arroz de costillas y pimientos rojos era más mundano, pero estaba en su punto y muy sabroso.

Por otro lado, las carnes tampoco se les dan nada mal. El pollo a la japonesa estaba jugoso y con ese punto tan rico de jengibre de este peculiar rebozado japonés, pero también recuerdo unas costillas caramelizadas a la miel de otra visita. Lo único malo, que las raciones son un poco escasas, aunque con el postre uno no se queda con hambre.

Como he comentado al principio, el postre es también uno de sus puntos fuertes, pues todas las tartas las preparan ellos: de queso y chocolate, tiramisú, de profiteroles, de triple chocolate, pastel ruso... dan ganas de probarlas todas, aunque nos quedamos con la primera y la última, ambas muy ricas, y todas las que he probado hasta ahora muy recomendables.

En definitiva, La Oveja Negra es un restaurante sin muchas pretensiones --aunque la decoración y la vajilla está cuidada-- pero que ofrece platos con un toque diferente casi al precio de un menú cualquiera. Siempre está lleno, aunque normalmente no tanto como para tener que reservar para comer.