Restaurante Tastaolletes, cocina vegetariana en Valencia

No sé si os habéis dado cuenta, pero esta última semana me ha dado por las recetas vegetarianas. No tiene nada que ver con un cambio ideológico en mi o una cuestión alimentaria, sino que más bien ha sido casualidad.

Para cerrar el círculo, fui a comer al restaurante Tastaolletes, que ofrece cocina vegetariana en Valencia, con un menú del día muy interesante y bastante económico, en el que se pueden degustar platos que no se ofrecen en la carta.

El local es bastante reducido, por lo que no hay muchas mesas y estas son pequeñas, con poco sitio para los codos si sois más de dos. Sin embargo, está decorado con gusto y colores alegres, y cerca de la puerta la luz del día se cuela por las ventanas, convirtiéndolo en un lugar perfecto para comer al mediodía.

Tastaolletes - paté de alubias, alcachofas y pimientos

Como éramos dos en la mesa y el menú tenía dos opciones por plato, decidimos pedir una cada uno, y así probar todo lo que ofrecían.

De primero, empezamos con un paté de alubias, alcachofas y pimientos. Estaba rico y con una textura conseguida, pero le faltaba un poco de "punch", aunque al ser el primero, fue pasto de nuestra voracidad, acompañado de unas ricas tostas.

Sin embargo, su sabor enseguida se vio eclipsado el siguiente plato, que le superaba con creces, y en el que disfrutamos de dos porciones de quiche, acompañadas de una deliciosa ensalada.

Después del paté llegaron dos porciones de quiche a cada cual más rica. Una era una quiche de remolacha fresca y queso feta y la otra de calabaza y acelgas, bien secundadas por una ensalada que no era de esas de adorno, sino que estaba riquísima.

Si tuviera que elegir entre las dos quiches me costaría decidirme, pero probablemente me quedaría con la de remolacha, que no sólo tenía un color muy apetitoso sino que su sabor hacía los honores a tan sugerente tono.

De segundo, un crêpe de espinacas frescas y berenjena que no estaba todo lo sabroso que prometía con ese aspecto tan atractivo. No es que no estuviera bueno, que lo estaba, simplemente no ofrecía nada especial al paladar.

Acompañando al crêpe, unas croquetas de algas y mijo que, aunque a mi padre no le acabaron, a mi me resultaron deliciosas, con ese rebozado muy al estilo árabe, como si de un falafel o una croqueta de cordero se trataran. La salsa de tomate en la que estaban bañadas resultaba un poco ácida, pero al menos para mi paladar era algo positivo.

Si bien la comida llegaba ya a su fin, aún nos aguardaba una grata sorpresa en forma de dos postres maravillosos. El que elegí yo eran unas natillas de leche de soja con fresa que estaban buenísimas, con varias capas de galleta intercaladas entre las natillas y el deje de las fresas sobre ellas.

Mi padre escogió una torta de naranja con helado también de naranja que estaba simple y llanamente espectacular, lo mejor de todo el menú, de esos postres que te obligan a cerrar los ojos cada vez que la cucharilla llega a la boca, de lo que comes despacio para paladearlo lentamente, deseando que no se acabe nunca.

Para rematar la faena y reposar la comida mientras charlábamos, me pedí un té negro con naranja que hizo muy buenas migas con el gusto a naranja que aún quedaba en mi boca de los trozos de tarta que le había birlado a mi padre.

Tanto si sois vegetarianos como si no, el restaurante Tastaolletes es una muy buena elección para comer o cenar, con un menú del mediodía muy rico y económico y una carta muy acertada que he podido catar en anteriores visitas.