Los patos más caros del mundo son de Islandia y no se utilizan para hacer foie ni magret

  • Apenas se producen cuatro toneladas de este plumón al año

  • El precio de un edredón confeccionado con ellas puede superar los 6.000 euros

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Lo normal o, al menos, lo más común, es que cuando hablemos de patos y su cría lo hagamos pensando en foie. O el magret de pato, o incluso en consumir sus huevos. Sin embargo, en una pequeña y remota zona de Islandia protegen y miman a sus patos con un fin bien distinto: sus plumas.

Y no vale cualquier pato. Ni cualquier pluma. Así lo saben en la bahía de Breidafjordur, en la región de Vestfirðir (en la costa occidental de Islandia), donde en verano, como sucede desde hace más de mil años, se repite un ritual ancestral con el pato como protagonista.

Insistimos en que no se trata de cualquier pato, sino del hogar del eider común (Somateria mollissima), un anátido (el pato más grande de Europa) y cuyo mullidísimo plumón forma parte de los cojines y almohadas más selectos del mundo.

No es una frase hecha. Un nórdico hecho con plumón de eider puede valer más de 6.000 euros mientras que un pequeño cojín de 40x40 cms puede valer más de 500 euros.

Cifras escandalosas que, como es lógico, tienen que ver con la dureza del trabajo y poquísima oferta del plumón del eider. Alrededor de 400 granjeros se afanan en los días finales del verano para 'recolectar' el plumón de estos enormes anátidos. Tampoco es un capricho: el plumón del eider no es solo ligero y resistente, sino que también es extremadamente cálido y aislante.

Y sí, recolectar es la palabra. El plumón del eider se recoge de los nidos a ras de suelo que las hembras tejen, arrancándose sus propias plumas del pecho, y que servirán de cama a los huevos de los que surgirán las siguientes generaciones de aves. El trabajo, además de minucioso, ha de ser precavido.

Eider El eider común (Somateria mollissima) es el mayor anátido de Europa y las plumas de la hembra –de color pardo– sirven para hacer edredones y almohadas. ©Iceland Eider.

No se puede coger el nido completo, sino unas pocas plumas. No tantas como para que el nido deje de ser habitable por el eider y un hogar seguro para los polluelos, pero suficientes como para que a estos recolectores les salga a cuenta la recogida del plumón que estas aves migratorias utilizan en sus nidificaciones. Por hacernos una idea, se necesitan unos sesenta nidos para recolectar un kilo de plumón.

Se calcula que un edredón elaborado con este plumón singular pueda pesar unos 800 gramos y ser vendido por algo más de 5.000 euros. Una auténtica fortuna que se recolecta a mano y que se ha convertido en un tesoro para determinados clientes, especialmente estadounidenses, alemanes y japoneses.

Trabajo Plumas Eider Islandia Tras recolectar las plumas de los nidos, se vuelven a limpiar las madejas de plumón antes de someterlas a diversos procesos de lavado. ©Eiderdown of Iceland.

Una forma de vida que, además, Islandia protege con celo. Cazar o recoger huevos del eider está prohibido y penalizado con importantes multas por la legislación islandesa desde el año 1847 para un lucrativo negocio que supone apenas cuatro toneladas anuales de plumas. Por ponerlo en contexto, el negocio mundial de plumas de aves supone unas 175.000 toneladas, como explica Global Times.

Apenas una gota en un océano de plumón que, como es lógico, no solo se enfrenta a una alta demanda y a una corta oferta. El eider, como otras aves, también tiene que vérselas con predadores como las gaviotas, que no solo compiten por el alimento, sino que también atacan a sus crías y nidos.

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Del mismo modo, esta actividad primaria, como explican en The Guardian, se ve reducida con los años. Cada vez son menos, a pesar de que pueda parecer un gran negocio, los granjeros que deciden seguir con el negocio del eider y prefieren arrendar sus casas como alojamientos vacacionales o, directamente, abandonar la zona y mudarse a la ciudad. Mientras tanto, el eider sigue siendo el rey de las plumas.

Imágenes | Eiderdown of Iceland /Icelandeider

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