Noviembre no es solo el mes de las hojas secas y los primeros fríos y copos de nieve en ciertas latitudes. Para los jardineros atentos, es también el momento perfecto para dar forma al jardín antes del invierno.
La poda en esta época no es un capricho estético, sino una herramienta fundamental para asegurar que las plantas broten con más fuerza cuando vuelva el buen tiempo y que la poca energía que van a emplear próximamente tenga un buen fin.
Limpieza de ramas y aireación
Los expertos recomiendan eliminar ramas viejas, cruzadas o dañadas, y aprovechar para airear el interior de los arbustos. Así se mejora la circulación del aire y se previenen enfermedades fúngicas.
Todas estas plantas entran pronto en reposo vegetativo, por lo que una poda ahora permite recortar sin dañar los tejidos activos y evitar que el frío debilite ramas que ya no florecerán.
Rosales
Los rosales son una de las especies que más se benefician de una poda otoñal. Este mantenimiento permite fortalecer los tallos antes de la llegada del frío y asegurar una floración más abundante en primavera. Lo ideal es realizar un corte limpio, en diagonal y a unos centímetros por encima de una yema sana, evitando desgarrar la madera.
Hortensias
En el caso de las hortensias, el otoño es un buen momento para eliminar flores marchitas y ramas dañadas, pero conviene no podarlas en exceso. Si se cortan demasiado, podrían perder las yemas que florecerán la siguiente temporada. Lo recomendable es una poda ligera, centrada en dar forma y retirar lo envejecido.
Lavandas
Las lavandas agradecen una poda de rejuvenecimiento al final del otoño. Recortar los tallos leñosos y eliminar las partes secas ayuda a que mantengan un porte compacto y sigan produciendo flores aromáticas durante el verano. Además, mejora la ventilación y previene la aparición de hongos.
Boj, laurel y jazmín
El boj, el laurel y el jazmín trepador también pueden podarse suavemente antes del invierno. No se trata de reducirlos drásticamente, sino de mantener su forma y retirar brotes débiles o desordenados. En cambio, las especies que florecen en primavera, como las camelias o las azaleas, deben dejarse tranquilas hasta después de la floración para no comprometer sus futuros capullos.
Un truco de los jardineros profesionales consiste en proteger la base con mantillo o compost, lo que ayuda a conservar la humedad y protege las raíces del frío. Esta capa también actúa como barrera contra las malas hierbas.
Si el clima lo permite, conviene realizar un riego ligero después de la poda para que el suelo asiente y las plantas se recuperen del corte. Con unos cuidados mínimos, el jardín llegará a marzo más equilibrado, sano y exuberante.
El otoño no es el final del ciclo, sino la preparación del siguiente. Quien poda en noviembre no solo limpia su jardín: invierte en una primavera más colorida y vigorosa.
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