Este es el tiempo mínimo que hay que ventilar la casa para tener buena salud (y no tirar la calefacción por la ventana)

Ventilar cada día es un gesto sencillo que mejora la salud del hogar y evita desperdiciar energía, incluso en los meses más fríos

Ventilar
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Joana Costa

Editor

Abrir las ventanas en pleno invierno puede parecer una temeridad, pero lo cierto es que renovar el aire de casa es una de las rutinas más importantes para mantenerla saludable. Ventilar no solo elimina olores o sensación de encierro: también ayuda a reducir la concentración de CO₂ y a mantener una humedad equilibrada, dos factores clave para el confort y la salud respiratoria.

Aunque el frío invite a cerrarlo todo, dejar el aire estancado solo empeora la calidad ambiental. Los espacios mal ventilados pueden acumular contaminantes domésticos que aumentan el riesgo de alergias, irritaciones y dolores de cabeza. El aire limpio, por el contrario, despeja y renueva incluso el ánimo.

El truco está en saber cuándo hacerlo. La recomendación genérica es ventilar una o dos veces al día, pero el momento ideal es a primera hora —cuando la casa está más fría— o hacia el mediodía, cuando el sol calienta y el impacto térmico es menor. En cualquiera de los casos, lo importante no es cuánto tiempo pasa la ventana entreabierta, sino cómo circula el aire.

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Que circule el aire

En lugar de mantener una rendija abierta durante una hora, basta con diez o quince minutos de ventilación total y cruzada. Es decir: abrir puertas y ventanas opuestas para generar una corriente rápida. De ese modo, el aire interior se renueva sin enfriar las paredes ni desperdiciar el calor acumulado de la calefacción.

También conviene tener en cuenta la humedad. Cuando el ambiente supera el 50%, puede aparecer moho en paredes, techos o juntas de ventana. Si baja del 40%, llega la sequedad en garganta o piel. Mantener ese equilibrio es más fácil si ventilamos de forma breve pero constante, evitando que el vapor o los olores se acumulen.

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Después de ducharse

En la cocina, por ejemplo, abrir la ventana unos minutos después de cocinar elimina gases y partículas en suspensión. Aunque la campana extractora ayude, no sustituye al aire natural. En baños, lo recomendable es ventilar justo después de la ducha para evitar condensaciones; mejor con la puerta cerrada para no enfriar el resto de la casa.

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Viva la luz del sol

La luz solar, además, es un aliado silencioso. Dejar entrar el sol no solo aporta calor gratuito: sus rayos actúan como desinfectante natural, reduciendo microorganismos y mejorando la sensación de limpieza en el ambiente. Unos minutos de claridad hacen más por la higiene doméstica que muchos productos químicos.

Incluso los edificios más nuevos, con aislamiento eficiente, necesitan respiración diaria. El aire interior puede acumular más contaminantes que el exterior, por eso, esa corriente de aire breve y controlada se convierte en un gesto de salud y ahorro.

Al final, ventilar bien es una cuestión de equilibrio. Unos minutos de aire fresco al día bastan para mantener la casa más seca, más confortable y, sobre todo, más sana. No es un gasto de calor: es una inversión en bienestar.

Foto | IA / Pexels

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