Nuevo fraude alimentario. ¿Están etiquetando los supermercados productos importados como si fueran españoles?

Nuevo fraude alimentario. ¿Están etiquetando los supermercados productos importados como si fueran españoles?
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El pasado viernes nos enteramos de que FACUA denunciaba un nuevo fraude alimentario. ¿Están etiquetando los supermercados productos importados como si fueran españoles? Como todos nos vamos concienciando de consumir productos locales para favorecer la cultura de Kilómetro 0 o de productos de proximidad, a algunos empresarios se les ha ocurrido falsear el etiquetado de productos para engañar a los consumidores haciéndonos creer que estamos comprando productos locales.

Hace tiempo yo mismo denuncié aquí que muchos de los espárragos que comemos vienen de Perú o que las lentejas castellanas proceden de los Estados Unidos, pero en aquel caso, la culpa era nuestra porque el etiquetado lo indicaba claramente y nosotros estabamos comprando sin fijarnos en las etiquetas.

También os puedo contar que a nivel nacional, una de cada tres manzanas que compramos procede de otros países de Europa -en el caso de Madrid y Barcelona, aún más ya que dos de cada tres son importadas y solo una es nacional- lo cual es especialmente grave cuando somos uno de los grandes productores de manzanas de todas las variedades.

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Pero el caso que nos ocupa es más grave, ya que no se trata solamente de que se vendan productos importados en lugar de nacionales con el consiguiente coste para el medio ambiente, transporte, emisiones y menoscabo de los productores locales, sino de un caso de fraude en el etiquetado, vendiendo productos importados etiquetándolos como si fueran productos españoles.

Alarmado con la noticia, me acerqué a dos supermercados para mirar y me encontré con dos noticias, una buena y una mala. La buena es que -al menos aparentemente- en mi supermercado se etiquetan los productos de fuera como tales, y la mala es también la misma, ya que pude constatar que la mayoría de los productos, en especial frutas y verduras frescas procedían de países de la Unión Europea, y de América Latina y no eran de nuestro país.

¿Cómo comprobarlo?

Para el consumidor, este fraude es terrible ya que nos es prácticamente imposible comprobarlo. Nuestra única información al comprar una fruta o una verdura es precísamente la tablita donde se indica la variedad, el precio y la procedencia pero no podemos comprobar de ninguna forma si la información de la tablilla se corresponde con la del producto, ya que no vemos cómo se desembala.

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Si los supermercados son desaprensivos, nos podrían estar dando gato por liebre, como ya denunciamos hace tiempo respecto al pescado, y prácticamente no nos enteraríamos. Y entonces, ¿cómo podríamos solucionarlo?

¿Qué se puede hacer?

Lo primero, abrir los ojos y no comprar cualquier producto sino mirar su procedencia, preguntar en caso de duda al personal del establecimiento - a los que nos atienden- y tratar de ser conscientes de la procedencia que tienen las cosas que llevemos a casa.

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Desde luego, lo más importante es contar con Instituciones independientes como el CSIC que garantizan un sistema de control para que comamos bien. También es importante la labor de las autoridades sanitarias y de Inspección, que deben realizar controles para que podamos estar tranquilos. Ellos sí pueden pedir al supermercado los albaranes de entrega, las facturas de compra y así verificar que se corresponden con las tablillas de información o con el etiquetado.

Otra cosa importante es procurar comprar productos de temporada. Por ejemplo, el otro día vi mandarinas en el super. Evidentemente, si son mandarinas, no están de temporada y tienen que venir del hemisferio Sur, como se puede comprobar en el etiquetado en la foto siguiente. Si vemos en septiembre mandarinas etiquetadas como españolas, podemos sospechar porque no es un producto que se esté cultivando ahora ya que su cosecha se da en el mes de enero.

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En todo caso, por suerte cada vez las labores de inspección de las autoridades estatales, autonómicas y municipales está más pendiente de la lucha contra el fraude alimentario, una de las prioridades de su actuación ya que -además del fraude en sí mismo- puede ser un tema grave de salud pública.

Ojalá la próxima noticia que tengamos que leer o que publicar sobre estos temas sea la noticia de que ha aumentado la plantilla de inspectores, que ayudará a combatir este tipo de fraudes de la alimentación y de paso, a reducir el número de personas en situación de desempleo.

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