
Uno de sus restaurantes en Frontierland pasó a la historia al intentar su versión de los chilaquiles secos
Todos sabemos que no hay mejor acompañante de una tarde de televisión que unos ricos doritos. Cuando pensamos en un snack, se nos viene a la mente la imagen de una bolsa llena de triángulos anaranjados crujientes y picantes con ese aroma penetrante del queso artificial con el que nos manchamos los dedos. Sin embargo, detrás de este ícono de la botana moderna se esconde una historia que comienza en un rincón inesperado: Frontierland, en Disneyland, en la década de 1960.
La historia comienza con Elmer Doolin, el visionario fundador de Frito-Lay, una empresa nacida de la fusión de dos emprendimientos: Fritos (de Doolin) y H.W. Lay & Company. Doolin era un apasionado de los sabores mexicanos, especialmente después de haber probado en San Antonio las frituras de maíz que más tarde replicaría como Fritos.
Cuando Disneyland abrió sus puertas en 1955, Doolin vio una oportunidad dorada y se asoció con Walt Disney para abrir un pequeño restaurante en la sección de Frontierland llamado Casa de Fritos. El lugar ofrecía una versión estadounidense de la comida mexicana, en sintonía con la narrativa del Viejo Oeste tejano-mexicano.
En la cocina de Casa de Fritos, el personal tenía una práctica sencilla para no desperdiciar: en lugar de tirar las tortillas de maíz que sobraban al final del día, las cortaban en triángulos, las freían y las sazonaban con un poco de sal. Estas frituras improvisadas se ofrecían como acompañamiento o se servían en bandejas al estilo buffet.
Un día, un representante de la pequeña compañía Alex Foods, que suministraba los productos mexicanos al restaurante, notó que estos trozos de tortilla frita gustaban mucho a los comensales, por lo que propuso entonces empaquetarlos y venderlos como un nuevo producto dentro del parque.
La idea se basaba en una adaptación curiosa del platillo mexicano tradicional de los chilaquiles, pero en lugar de sumergir los totopos en salsa, como dicta la receta original, aquí se presentaban secos, conservando su textura crujiente y convirtiéndose así en una botana perfecta para el paladar norteamericano.
Inspirados por la popularidad de esta botana accidental, comenzaron a desarrollar una versión oficial. En 1966, lanzaron el producto nacionalmente bajo el nombre "Doritos", una palabra que deriva del español "doradito".
La historia de este popular snack demuestra que la transformación de un plato tradicional en un snack industrial refleja la capacidad de la gastronomía para adaptarse, reinventarse y cruzar fronteras, literal y simbólicamente.
Fotos de days_gone_disney | Foto de fabian jones en Unsplash | MercadoNegro
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