Yogures clásicos, ¿pierden adeptos?

Del yogur que comíamos hace unos años quedan muy pocos, ahora invaden las neveras de los supermercados yogures más "sofisticados" con diversas etiquetas y cargados de sustancias que no necesita un yogur, pues ya de por sí es un gran alimento.

Por ejemplo, a los yogures con L. Casei Inmunitas (que mucha gente consume pero la mayoría no sabe lo que es), le atribuyen mayor eficacia para potenciar las defensas naturales del organismo. Para llegar a elaborar este producto lácteo investigaron hasta lograr añadir a los yogures cepas de diferentes bacilos. Sin embargo, no se ha demostrado que los lactobacilos de este tipo sean más efectivos que los fermentos habituales de un yogur normal.

Afortunadamente ahora hay menos yogures Bio en el mercado y el motivo ya os lo contamos en Directo al Paladar, así que esperamos que los que ahora se consuman sean realmente yogures biológicos. Éstos están enriquecidos con Bacterias Lácticas (Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus casei, Lactobacillus kefir...) y deben llevar su correspondiente certificación.

Los yogures denominados cremosos están muy buenos, son muy agradecidos con nuestro paladar, pero éstos simplemente están enriquecidos con leche en polvo o nata, por lo que resultan más grasos y poco idóneos para quien realice una dieta baja en grasas.

Los postres lácteos son los que no necesitan frío, se elaboran de forma similar al yogur, pero el tratamiento térmico que reciben inactiva la flora láctica, por lo que el contenido de bacterias o fermentos lácticos vivos no existe y deja de ser un yogur. Los postres lácteos no aportan los beneficios del yogur, aunque se pueden conservar hasta tres meses, personalmente no nos gustan nada.

Poco tiempo tenemos para elaborar nuestros yogures en casa, así que no nos queda más remedio que comprarlos, los probamos casi todos, pero en nuestra nevera siempre hay sitio para los clásicos yogures.

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