Esta venta de Conil nació tras el realojo de una familia por una riada. Hoy es uno de los mejores restaurantes de la localidad

Venta Pericon Conil Tortilla Camarones

Nacida en 1967, la Venta Pericón de Conil es uno de los lugares de referencia para tapear en la localidad costera gaditana

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Salva Moreno

Colaborador

Lo que comienza siendo una desgracia, puede terminar en el comienzo de una nueva vida. A mediados de los 60 del pasado siglo, una riada en Conil dejó a Pedro Moreno y a su familia sin casa, y las autoridades locales les realojaron en un terreno en medio del campo. En una choza, Pedro y su mujer, Melchora Reyes, empezaron a elaborar montaditos de filete, guisos y vinos. Tenían buena mano, y pasito a pasito, la Venta Pericón (que así se llama) creció hasta la actualidad, ya en manos de la tercera generación: los hermanos Antonio y Pedro Moreno.

Si en 1967 estaba en las afueras de Conil, ahora está en la bulliciosa calle Rosa de los Vientos, muy cercana al centro. Pedro y Antonio son ahora los guardianes del pasado de sus abuelos, tras la jubilación de su padre. En 2020, aprovechando el cierre por la pandemia, renovaron las instalaciones con el diseño del estudio Velvet Projects.

Una de las salas de la Venta Pericón

La esencia sigue siendo la misma que en 1967: «En la Venta siempre hubo mucho arte. El nombre le viene de Pericón de Cádiz, a quien mi abuelo admiraba. Aquí se han montado historias muy grandes, porque mi padre toca la guitarra y canta que da gloria, y hemos tenido a Rancapino, Antonio Reyes, Diego del Morao…», recuerda Pedro, que es el encargado de sala. «Mantuvimos lo de Venta porque esa es su esencia y queremos que siga siéndola».

Los dos hermanos se criaron allí. Sus tías vivían alrededor de la Venta, así que siempre andaban cerca, sin perder detalle en el que, con los años, sería su negocio. «Esto siempre ha sido un negocio muy familiar, muy llano, con un ambiente muy bueno en el que la gente ha venido a pasarlo bien y a comer caracoles en temporada y las tapas. Todavía hay quien me recuerda que venía a jugar aquí a los futbolines y a comer montaditos a un euro», dice Antonio, jefe de cocina.

El equipo de la Venta Pericón. Foto: Salva Moreno

Los dos son muy inquietos. Pedro, que estudió y ejerció un tiempo como ingeniero industrial, es un mochilero de vocación, y recorrer el mundo le ha aportado unas tablas que demuestra cada día con sus clientes en la Venta Pericón. La inquietud de Antonio se refleja en su cocina, porque si bien mantiene platos tradicionales, no cesa de innovar y buscar nuevos platos en una sala que tiene preparada para experimentar.

El tartar de atún. Foto: Salva Moreno

Fueron conscientes, además, de que la Venta Pericón tenía que evolucionar con los tiempos: «primero fue una labor interna, de gestión, organización y mil historias. Luego ampliamos cocina, que nos limitaba mucho, y finalmente hicimos la obra para que la Venta Pericón sea lo que puede verse hoy». Además, tienen un hostal de 10 habitaciones en la planta superior.

Como la mayoría de cambios, el inicio no fue fácil, porque los clientes seguían buscando la venta tradicional. Pero eso duró poco. Cuando fueron comprobando que sí, que Antonio había creado algunos platos más modernos, pero que los de siempre se mantenían, fueron volviendo a sus rutinas. Y aceptando con agrado las nuevas propuestas de la carta.

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Cocina de siempre con alma

El atún encebollado de siempre, la carne al toro, la carne al PX, el montadito de fileta y los platos de pescado son irrenunciables para los hermanos Moreno. A partir de ahí, la imaginación de Antonio, comenzó a ganarse a los clientes. Las sugerencias diarias pasan la criba de los comensales, y si gustan, se ganan el sitio en la carta.

«Mi hermano cocina con alma», dice Pedro con orgullo. «Son cosas que pueden parecer sencillas, pero no lo son. Es un artista». Otro más en la familia. Añade Antonio que «estuve un par de años en El Alabardero, y he viajado y probado mucho. De ahí saco muchas ideas para mis platos, como la focaccia. Lleva el chicharrón de Cádiz y una espuma de ricota, con un huevo de codorniz y un poquito de togarachi».

Focaccia con chicharrón, espuma de ricota y huevo de codorniz. Foto: Salva Moreno

«Pero es que Antonio hace también unas croquetas de puchero de escándalo. No te las comes igual en ningún lado. Las abres y están jugosas, tiernas, de locos…». «Ahí he tenido la ayuda de Andrés, que lleva con mi padre muchos años. Yo pensé en algo para mejorarlas, y viendo lo bien que queda la hierbabuena en el puchero, le hice una mayonesa de hierbabuena», afirma el cocinero de la Venta Pericón.

La tradición marinera de Conil también se refleja en la carta de la Venta Pericón. El atún es uno de los productos destacados, pero hay pez espada, pescado frito o las tortillitas de camarones, más allá de los pescados que entren de la lonja a diario. Los carnívoros también tienen sus opciones.

«Aquí puedes gastarte desde 20 euros a 100, porque hay mucha variedad, pero con calidad. Todo lo hacemos nosotros. Si quieres tapear, tapeas, pero si prefieres raciones y platos más contundentes, también los tienes. Puedes venir una semana entera y no repetir». Todo ello con un personal comprometido con el negocio, de diversas nacionalidades y de los que los hermanos Moreno se muestran orgullosos.

Venta Pericón

  • Dónde: C. Rosa de los Vientos, 18. Conil. Cádiz.
  • Horarios: cierra martes.
  • Precio medio: 30 euros.
  • Reservas: 956 44 07 46

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