Estos monjes belgas hacen una de las mejores cervezas del mundo, pero el mercado negro y el relevo generacional amenazan su futuro

Westvleteren es la más pequeña de las cervecerías trapenses de Bélgica, aunque sus cervezas son tan demandadas que los revendedores multiplican el precio por 10

Jaime de las Heras

Editor Senior

En el mundo solo once cervecerías pueden presumir de estar certificadas por la International Trappist Association. No es un título menor, es la garantía de que esta cerveza se elabora en una abadía trapense, elaborada (o supervisada) por monjes y sin ánimo de lucro, con los beneficios exclusivamente destinados a la caridad y al sustento del propio monasterio, pero…

¿Qué pasa cuando en pleno siglo XXI metes en la misma ecuación la falta de relevo generacional inherente a la vocación monacal y los pocos escrúpulos de un mercado negro que ansía estas cervezas?

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Esa es la pregunta que se hacen los monjes de Sint-Sixtusabdij (San Sixto), apenas una veintena, que siguen las enseñanzas medievales de Armand Jean Le Bouthillier de Rancé, responsables de la cerveza de abadía Westvleteren, en la localidad de Vleteren, una diminuta población belga en Flandes occidental, donde elaboran cerveza desde el siglo XIX.

Las instalaciones de la abadía, donde se encuentra la cervecería Westvleteren y las dependencias monásticas. ©Abdij Sint-Sixtus VZW.

Contra la espada y la pared, tal y como relata el portal de noticias Bloomberg, la abadía apenas produce 7.500 hectolitros de cerveza al año siendo, con diferencia, la más pequeña de las producciones de cerveza trapense belga, liderada a años luz por Chimay –quizá la más conocida y comercial– que pone en el mercado nada menos que 170.000 hectolitros anuales. De las otras tres –Westmalle, Orval y Rochefort–, las cantidades no llegan a los estándares de Chimay, pero incluso Rochefort, la más pequeña, elabora 50.000 hectolitros cada año.

El mercado negro de la cerveza de abadía belga

Las tres cervezas que se elaboran: Westleveren 12; Westleveren 8 y Westvleteren 6, la única rubia que producen. ©Abdij Sint-Sixtus VZW.

Sin embargo, el problema de Westvleteren no es hacer poca cerveza, sino la mala fe (nunca mejor dicho) de quien luego comercia con ella. En el monasterio, la cerveza se puede adquirir a un precio de 2,1 euros la botella, pero tras ganar varios premios internacionales, sobre todo con la Westvleteren 12, y debido a su rareza, hay una reventa internacional que las convierte en un oscuro objeto de deseo. ¿Su precio en Estados Unidos? Hasta 300 dólares por seis botellas.

Westvleteren es, con mucha diferencia, la abadía trapense que menos cerveza elabora de Bélgica.

No se queda ahí la especulación, claro. En portales online españoles se pueden comprar algunas de las referencias de la abadía-cervecería como la Westvleteren 8 (a más de 13 euros por botella), pero el timo de la estampita (quizá también nunca mejor dicho) supone que haya revendedores en Estados Unidos que se hagan pasar por tiendas autorizadas por la propia abadía, algo completamente falso. 

El dilema está, como es lógico, en que hay páginas webs revendiendo apenas seis botellas Westvleteren 12 (la tope de gama) por 144 euros, cuando el precio en la abadía es de 56 euros… Por 24 botellas. 

Un comercio online sin ánimo de lucro

Ante esa situación, los monjes decidieron entrar en el siglo XXI con el comercio online, aunque la fórmula que han elegido es naturalmente difícil y, en cierto modo, disuasoria. A 40 días vista, se abre en su página web un calendario donde aparecen los días que se venden las cervezas y, también, los días que se debe pasar a recogerlas. 

Solo dos monjes elaboran cerveza, siendo ayudados por otros cinco para el embotellado. ©Abdij Sint-Sixtus VZW.

De este modo, han creado un sistema donde no solo necesitas registrarte para comprarlas (algo evidente), sino que tienes que introducir un número de matrícula de coche para acercarte al monasterio a recogerlas y sin el cual no podrás acceder, limitándose a un pedido por número de matrícula y día, y el máximo de cajas que se pueden comprar son cuatro, entrando en una ruleta muy similar a la que ya conocemos de portales de venta de entradas, incluyendo períodos de espera. Aunque también se pueden comprar packs de seis y otros objetos en el centro de visitantes aledaño. 

Botellas de cerveza. ©Abdij Sint-Sixtus VZW.

Este procedimiento, aunque complejo, es bastante más avanzado que el original Teléfono de la Cerveza con el que la abadía comenzó a vender fuera de sus muros en el año 2006, tal y como cuentan en su propia página web. Con pasos cortos, sin prisa pero sin pausa, la cerveza trapista de Westvleteren sigue avanzando en el siglo XXI, al punto de que ahora cuentan con un director general, que entró en la compañía en el año 2023, apenas un par de años después de que se pusiera en marcha la venta online de la cerveza.

Un director general para compaginar el relevo generacional

El fichaje de Alain Monteyne para el puesto, la primera vez que un laico se hacía cargo de las tareas antes llevadas por monjes, suponía la incorporación de un perfil externo que se encarga, entre otras cosas, de la gestión del día a día de la cervecería o de las relaciones con proveedores y otras empresas.

Durante el covid-19, la cervecería permaneció inactiva, recuperando su ritmo de trabajo en 2021. ©Abdij Sint-Sixtus VZW.

Sin embargo, el principal problema de la abadía de Sint-Sixtusabdij y de la cervecería Westvleteren no es el mercado negro, ni tener una política comercial restrictiva. Ni, tan siquiera, producir más cerveza. Con apenas dos monjes encargados de la elaboración, más otros cinco que colaboran con el embotellado, la abadía –en la que residen algo menos de 20 monjes– cuenta además con algo más de una docena de trabajadores laicos, de los cuales varios trabajan en la cervecería. Sin embargo, hay un problema peor: la falta de relevo generacional.

Westvleteren 12, la cerveza más reputada de la cervecería. ©In De Vrede Westvleteren.

No es una noticia para cualquier orden monástica, hagan cerveza o no, el abandono de conventos y monasterios en prácticamente cualquier lugar de Europa. De hecho, en 2023, la cervecería Achel, también en Bélgica, perdió sus derechos dentro de la International Trappist Association al abandonar los dos últimos monjes que quedaban en la abadía Sint Benedictus en dirección a la abadía de Westmalle. Mientras ese ocaso llega –o no–, los monjes de Sint-Sixtusabdij tienen claro que hacen cerveza para vivir, no viven para hacer cerveza.

Imágenes | Abdij Sint-Sixtus VZW

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