
En apenas un año, este cereal básico ha multiplicado por dos su coste mientras el gobierno intenta atajar la subida liberando stock público
"Nunca he tenido que comprar arroz" fue parte de la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de los consumidores japoneses. La frase, tremenda en un país donde el 40% de la dieta depende de esta cereal, la pronunció Taku Eto, ministro de Agricultura nipón y de ella se hicieron eco medios locales como Kyodo News y de las que posteriormente se tuvo que disculpar.
La frase, más allá de lo desafortunado que significa que un político parezca desconectado de la realidad, es especialmente lapidaria en el actual contexto económico japonés donde los precios del arroz se han duplicado en apenas un año.
La bolsa de cinco kilos de arroz que se encontraba a cuatro de mayo en los supermercados a un precio medio de 4.214 yenes (unos 25 euros), una cifra que se ha multiplicado por dos desde el mayo pasado.
En todo ello confluye una espiral alcista, de especulación de la distribución, de una mala previsión de las producciones por parte del gobierno y, también, del concurso del turismo internacional que supone para Japón tener que 'compartir' un ingrediente de primera necesidad.
Por eso, el gobierno, encabezado por el primer ministro Shigeru Ishiba, del Partido Liberal Democrático, puso en marcha un mecanismo de emergencia para aliviar la situación, consistente en liberar stock de arroz que el gobierno custodia para paliar la subida de los precios.
De hecho, Ishiba recriminó públicamente a Eto, advirtiendo que "el trabajo del ministro de Agricultura ahora es dar soluciones al incremento del precio del arroz. Espero que ofrezca soluciones", habida cuenta de que Eto llegó a decir que "mis seguidores me regalan tanto que prácticamente puedo venderlo".
La medida comenzó en marzo y desde entonces son más de 210.000 las toneladas de arroz que el gobierno ha subastado para que se pongan en el mercado. Sin embargo, medios japoneses sostienen que apenas el 1,4% de ese arroz ha acabado en la distribución, es decir, apenas 20.000 toneladas.
Sin embargo, a pesar de que parece haberse formado un cuello de botella con la subasta y posterior distribución, el gobierno japonés sigue con la idea de dar salida a más arroz en los próximos meses, al menos hasta julio, intentando tener así un mayor control de los precios que haga bajar el coste de un producto de primera necesidad para sus ciudadanos.
En ese caso, además, los precios de las subastas también han irritado al consumidor final. En la tercera subasta, con unos 100.000 toneladas a la venta, el precio medio de los sacos de 60 kilogramos de arroz se quedó en los 20.302 yenes (unos 125 euros), es decir, apenas dos euros por kilo de arroz, mientras que el consumidor final acaba pagando unos cinco euros por kilo.
A la ecuación hay que incluir que en julio habrá elecciones a la Cámara de Consejeros japonesa, la 'cámara alta' de las instituciones niponas de un sistema bicameral donde, de momento, Shigeru Ishiba y su socio de coalición controlan una mayoría absoluta, pero las encuestas de los distintos medios nipones reflejan un descontento hacia su gestión: el apoyo al gabinete del primer ministro oscila entre el 22% y el 31%, los niveles más bajos desde que Ishiba se convirtió en líder nacional en octubre del año pasado. Entre medias, el presidente también tiene que lidiar con las políticas arancelarias de Donald Trump, que afectan en gran medida a Japón, mucho más allá del arroz.
Motivo, entre otras razones, por la que parte del electorado está pidiendo rebajas en determinados impuestos como una reducción del 10% en lo que denominaríamos como el IVA, algo a lo que Ishiba –de momento– se niega, poniéndolo en la balanza electoral de julio.
Imágenes | Foto de IAN / Ministry of Agriculture, Forestry and Fisheries of JAPAN / Nirad en iStock
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