Todo ha sucedido en el departamento francés de Aisne, donde un bodeguero falsificó miles de botellas de espumoso durante dos años
Durante el verano de 2023, una denuncia interna desató uno de los escándalos más grandes en la historia reciente del vino espumoso francés. El protagonista fue Didier Chopin, un viticultor con sede en el departamento de Aisne, quien durante años engañó a miles de consumidores haciendo pasar vino tranquilo por auténtico champagne.
Su método consistía en importar vino barato procedente de España y de la región francesa de Ardèche, al que luego añadía dióxido de carbono, licor de expedición y aromas artificiales para convertirlo en un falso espumoso. Ese producto era posteriormente embotellado y etiquetado como si fuera champagne legítimo, con nombres comerciales registrados, y distribuido a gran escala en Francia y en el extranjero.
La estafa salió a la luz gracias al testimonio de una exempleada que, preocupada por la magnitud del fraude, decidió alertar a las autoridades. A partir de esa denuncia, se abrió una investigación que reveló cifras alarmantes: entre 2022 y 2023 se habrían producido entre 500.000 y 600.000 botellas falsificadas.
Sin embargo, la exempleada afirmó que la cifra real podría ascender hasta los 1,8 millones de botellas, vendidas bajo más de veinte marcas diferentes y exportadas a cerca de cuarenta países, como informan desde Le Figaro.
Al saberse investigado, Chopin huyó a Marruecos. Pero allí fue arrestado por haber emitido cheques sin fondos y pasó siete meses en una prisión del país antes de ser extraditado a Francia. Su regreso desembocó en un juicio mediático celebrado en la ciudad de Reims, corazón de la región de Champagne, donde se concentró la atención del sector vinícola.
Durante el proceso, la fiscalía describió el caso como un fraude premeditado, sistemático y con claros fines económicos. El tribunal determinó que Chopin había vulnerado las normas de la denominación de origen protegida Champagne, engañado a sus clientes y competido deslealmente frente a los productores legítimos. A esto se sumó el hecho de que utilizaba aditivos como gas carbónico y aromatizantes que no están permitidos bajo las estrictas reglas de producción del champagne.
La sentencia fue clara. Didier Chopin fue condenado a 18 meses de cárcel, con 30 meses adicionales en suspensión. Se le prohibió de por vida volver a poseer una empresa y no podrá trabajar en el mundo del vino ni del champagne durante un período de cinco años.
Además, tanto él como su esposa fueron multados con 10.000 euros cada uno. La empresa, SAS Chopin, también fue sancionada con una multa de 300.000 euros por uso indebido de fondos y por prácticas comerciales fraudulentas. A esto se suman las indemnizaciones que deberán pagar al Comité Champagne y a varios compradores afectados por el engaño.
La esposa del viticultor también fue condenada a dos años de prisión en suspenso por su implicación directa en el fraude y por el uso indebido del nombre Champagne en las etiquetas de los productos falsificados.
Durante su declaración final, Chopin no ofreció defensa alguna. Se limitó a decir que había cometido un error, que estaba arruinado y que no tenía nada más que añadir. Con esas palabras terminó un capítulo oscuro para el sector vitivinícola francés, uno que ha dejado una profunda huella en la credibilidad de los mecanismos de control.
Queda aún pendiente una segunda parte del proceso judicial. El próximo 3 de febrero de 2026, Chopin deberá responder por posibles delitos relacionados con exportaciones irregulares y aduanas, ya que buena parte del vino falsificado fue vendido fuera del territorio francés.
Imágenes | Imagen de Georg H. en Pixabay
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