Este experto avisa a quienes han plantado en su jardín un hueso de aceituna: "No saldrá un olivo"

Por qué de una semilla nace un acebuche y no un olivo cultivado, según explica el experto

Joana Costa

Editor

Muchos aficionados a las plantas han probado a enterrar un hueso de aceituna esperando que brote un olivo doméstico. La realidad, sin embargo, es distinta. La botánica tiene sus propias leyes y esta no es una de ellas.

Según explica Rafael Fontán, estudioso del olivo, a La Vanguardia, plantar un hueso no dará un olivo cultivado, sino un acebuche. La semilla vuelve a sus raíces más silvestres, algo que demuestra su herencia natural inevitable.

El acebuche es más resistente, pero produce aceitunas pequeñas y duras, alejadas de las variedades domésticas. No es un defecto: es su identidad, y esta pasa por el hecho de ser un fruto rústico por naturaleza.

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Para obtener un olivo como los que se ven en jardines y huertos, es necesario injertar una variedad cultivada sobre el acebuche. Se trata de una técnica agrícola fundamental, la más común en la reproducción de ejemplares.

El factor tiempo

Entre ambos pasos aparece otro factor clave: el tiempo. Antes de injertar, el acebuche debe desarrollarse lo suficiente para sostener la nueva variedad, un proceso que puede llevar años. Esa espera, aunque larga, es lo que garantiza un árbol estable y con buena proyección de futuro.

Este comportamiento responde a la genética del árbol, que prioriza la supervivencia sobre la producción. La planta opta por la versión más fuerte basándose en el principio de la lógica evolutiva consistente.

Árboles de lento crecimiento

Igualmente, Fontán recuerda a este medio que tanto olivos como acebuches requieren paciencia. No son especies rápidas: piden tiempo y cuidados. En realidad, su crecimiento es lento, pero asegurado.

Quien decida probar tanto el injerto como la plantación de huesos de oliva tendrán que aceptar que no es un camino rápido, pero sí un proceso curioso para quienes disfrutan observando cómo una planta cambia con el tiempo. Un crecimiento que avanza despacio y mantiene su propio ritmo.

Foto | Pexels

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