
La profundidad con la que se siembra puede marcar la diferencia: así es como mejorar el desarrollo y la productividad de las plantas de tomate con un gesto sencillo
Con el paso de los conocidos como Santos de Hielo (el 11, 12 y 13 de mayo en referencia a San Mamerto, San Pancracio y San Servacio), mediados de mayo marca el inicio del calendario ideal para plantar tomates en el exterior.
Una vez desaparecen las noches con riesgo de heladas, las plantas jóvenes, ya sean precultivadas o compradas, pueden trasladarse a la tierra o a macetas con mayor seguridad.
Esperar demasiado puede hacer que las plantas se espiguen y pierdan vigor, pero plantar demasiado pronto también conlleva riesgos. El equilibrio está en aprovechar ese momento justo. Y, además, existe un truco sencillo que mejora su resistencia y rendimiento desde el primer día.
Raíces adicionales
La clave está en la profundidad. Plantar los tomates más hondo de lo habitual, retirando parte de las hojas inferiores, permite que el tallo desarrolle raíces adicionales. Esto se traduce en una planta más estable y con mayor capacidad de absorción.
El procedimiento es directo: se eliminan a mano entre la mitad y dos tercios de las hojas bajas, se retira la planta del tiesto y se entierra en el hoyo dejando visibles solo las hojas superiores y un pequeño tramo de tallo. Si se añade un poco de compost al fondo, mejor.
El hoyo debe rellenarse con tierra, apretarse ligeramente para eliminar bolsas de aire y regarse bien. Este método favorece el enraizamiento profundo, lo que ayuda a la planta a tolerar mejor tanto la sequía como el viento.
Usar un tallo horizontal
Cuando las plantas son especialmente altas, puede ser complicado cavar un hoyo lo suficientemente profundo. En ese caso, se puede hacer una zanja y colocar el tallo en posición horizontal, cubriéndolo con tierra hasta que solo el brote superior quede al aire.
Para evitar que ese último tramo se doble, se puede utilizar un tutor o palo fino como soporte. Este sistema tiene el mismo efecto: el tallo enterrado genera nuevas raíces y fortalece el crecimiento.
La técnica sirve tanto en huertos como en cultivo en macetas grandes, siempre que el sustrato esté bien drenado y enriquecido. Y, sobre todo, que se respete el espacio entre plantas para evitar enfermedades y favorecer la ventilación.
En definitiva, cuanto más profundo se plante el tomate (sin llegar al extremo), más fuerte será su desarrollo. Un pequeño cambio en la forma de sembrar puede tener grandes consecuencias en la cosecha de verano.
Foto | Pixabay y ROMAN ODINTSOV
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