A la hora de hacer café solo hay una cosa en la que todos los baristas del mundo están de acuerdo, prepares lo que prepares

Puede que no lo sepas y, por supuesto, no tienes ni por qué saberlo, pero estamos inmersos en lo que el sector del café denomina 'la tercera ola del café', una teórica revolución en torno a una de las bebidas más consumidas del mundo que ahora, tras décadas de industrialización y estandarización, pretende asomarse a la calidad, al origen y a la trazabilidad y justicia del sector, especialmente con el productor.

Por eso, también hay una fiebre –casi burbuja– de los specialty coffee, o café de especialidad, y por eso también puede que te asuste intentar ir a alguna cafetería, temiendo que te miren con desdén por pedir azúcar para el café. O por pedirlo con leche.

Bromas aparte, algunas basadas en experiencias reales, lo cierto es que esta nueva fiebre del café también tiene sus cosas positivas. A priori, estamos tomando mejor café que hace décadas, por mucho que la industria nos intentase convencer de que los torrefactos o los cafés tostadísimos, negros y amargos son la cima cualitativa de esta bebida milenaria.

Lo que sí es cierto también, ahora que se habla más de café o que, al menos, se pretende hacer más ruido mediático con él y se eleva al barista –al que prepara café– a un rango de nueva estrella del rock, como antes hicimos con cocineros, con cocteleros y con sumilleres, es que hay una cosa que los iguala a todos a la hora de hacer el café.

Y tú también lo puedes hacer en casa. No importa nada que seas de cafetera americana o que prefieras un caffè latte, o que seas más de máquina de café espresso. Sea como sea el café que tomes, cualquier barista del mundo va a opinar lo mismo sobre una cuestión fundamental, independientemente también del tipo de café que compres: la molienda.

Todos, absolutamente todos y por eso pongo prácticamente la mano en el fuego, nunca te van a aconsejar que compres café ya molido. Es una solución fácil y cómoda, pero también el peor enemigo del café. Una vez que el café está molido, por bien que se conserve, empieza a perder aroma.

Por eso, cualquier barista –y cualquier amante del café– siempre te va a recomendar que compres el café en grano y lo muelas a medida que lo necesitas, pues tampoco tiene sentido comprar café en grano y molerlo todo de una sentada para volver a embolsarlo.

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