Degustación de rambután

Siempre me asomo a la sección de frutas exóticas de los supermercados a admirar las maravillas que ofrecen. Rara vez compro, a excepción de la fruta de la pasión, a la que no me puedo resistir, pero en mi última jornada de compra no pude dejar de meter en mi carro una bandeja de Rambután, para probar esa fruta peluda y extraña, con aspecto poco comestible, que parece más bien un pequeño erizo vergonzoso.

El rambután que hemos probado tiene como origen Tailandia. Como toda fruta exótica importada, es un producto caro: una bandeja de aproximadamente 200 gramos cuesta 5,40 euros, unos 27 euros el kilo. Está claro que no es una fruta para consumo diario, pero puede ser un buen auto-regalo cuando la economía lo permite.

El aspecto del rambután es completamente diferente a todo lo visto hasta ahora. Sus espinas pilosas parecen amenazantes, pero se quedan en nada una vez en la mano, ya que son suaves y no pinchan. Al contacto con el cuchillo, la corteza ofrece una cierta resistencia que es vencida pronto. Cortamos la fruta por la mitad, a lo largo, y separamos la corteza para acceder a la parte comestible.

Aparece una sorpresa delicada, una pulpa semitransparente, ovalada y carnosa con una textura y olor que recuerda a la uva, pero algo más dura que esta. El tacto es firme e impermeable, pudiendo resbalar los dedos sobre su superficie acompañados de una leve humedad.

El primer contacto con la lengua es un poco aspero, con un sabor entre ácido y amargo que desaparece cuando damos el primer mordisco y masticamos el bocado. La carne del rambután ofrece una cierta resistencia a la masticación, con un punto fibroso, casi crujiente. El sabor es ligeramente dulce y recuerda a la uva.

A medida que lo vamos mordiendo y retirando pulpa, aparece una semilla como una almendra de piel áspera que no invita al consumo. El recuerdo del sabor del rambután queda en la boca durante largo tiempo tras su ingesta, apareciendo algún matiz picante en la lengua.

El rambután me ha sorprendido positivamente, como postre es un bocado muy agradable cuyo suave sabor perdura en el tiempo. Queda encontrar alguna aplicación culinaria, tanto en postres como acompañamiento de carnes o aves. Nos ponemos manos a la obra.

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