Todo el mundo flipa con la sopa de pescado vasca, pero la versión malagueña es tan buena o mejor

Siempre se dice aquello de 'cría fama y échate a dormir' o que 'algunos cardan la lana y otros se llevan la fama'. Dos alusiones proverbiales que nos viene bien entroncar c0n el mundo de la gastronomía para, por ejemplo, hablar del mundo de las sopas.

Habitualmente, cuando hablamos de sopa de pescado, suelen tener una justa fama las sopas de pescado que se hacen en el País Vasco, como sucede con la sopa donostiarra, pero eso no quiere decir que en el resto de España no se estilen sopas de pescado muy sabrosas… Y muy distintas.

Precisamente lo que sucede con una de mis recetas favoritas de la cocina andaluza, a la que, a veces, cuando pensamos en platos de pescado, acabamos queriendo arrinconar en el maravilloso reino de las frituras. No tengo nada en contra de esa fama, evidentemente, pero sí me gustaría hoy romper una lanza por una preparación tan malagueña como los espetos de sardinas y mucho menos conocida: el gazpachuelo.

Lo curioso es que nada tiene de gazpacho, más allá de ser una sopa, pero, a partir de ahí, ya nada es igual. Ni es fría, ni se hace con tomate. El gazpachuelo es, en esencia, una sopa de pescado que lleva una mayonesa en la parte final y que la acaba ligando, dando una consistencia muy singular y mucho sabor.

Lo normal es que el gazpachuelo se haga con pescadilla o merluza, pero se puede hacer con cualquier pescado blanco. Ciencia, como veréis, no tiene. Primero cortamos unas patatas, tras pelarlas, y reservamos unas gambas y langostinos, también pelados.

Luego, hacéis un caldo sencillo de pescado con la espina de la merluza, las cáscaras de las gambas, la patata, una hoja de laurel y un poco de perejil. Bastará media hora, desespumando según veáis que es necesario.

Mientras, preparáis el condumio. Cortáis la merluza en trozos de bocado y la reserváis. Cuando esté el caldo listo, lo coláis y pasáis a una cacerola limpia junto a las patatas, terminando de cocerlas unos 10 o 12 minutos. Mientras tanto, preparáis una mayonesa clásica, dejando que las patatas se cuezan.

Después, apartáis del fuego la cazuela y en un cuenco añadís la mayonesa y, poquito a poco, un poco del caldo caliente, removiendo para que la mayonesa no se corte. Será suficiente con un par de cazos del caldo. No hay que diluirla en exceso.

Tras este gesto, metéis la merluza y las gambas en la cazuela para que se cuezan con el calor residual y, tras un par de minutos, agregáis lentamente la mezcla de mayonesa y caldo a la cazuela, para que no se corte, y tendréis listo vuestro gazpachuelo.

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