¿Merece la pena envasar al vacío en el hogar?

¿Cuántas veces hemos comprado un producto y hemos pedido en el establecimiento que nos lo envasen al vacío? Esto suele suceder sobre todo en las charcuterías, en las que se venden piezas enteras con la posibilidad de llevarse los loncheados o trozos resultantes bien resguardados del paso del tiempo.

Esta operación se puede hacer de manera habitual en casa, pero no es una opción muy popular, ya que necesita de un desembolso importante que no siempre estamos dispuestos a hacer. Hace muchos años que decidí hacerme con una envasadora al vacío, y voy a compartir con vosotros mi experiencia al respecto para que cada cual saque sus propias conclusiones, haga sus cálculos y proceda como crea oportuno según sus necesidades.

La máquina de envasar al vacío

Lo primero que debemos tener claro es el tipo de máquina necesaria para hacer un vacío efectivo y permanente. Mi primera adquisición, fruto de la inexperiencia y el reclamo fácil de lo económico, fue una máquina muy barata, que no pasaba de los 40 euros. La posibilidad de hacer el vacío con cualquier tipo de bolsa me sedujo. El resultado fue una maquina vuelta a embalar y devuelta a la tienda, pues aunque hacía el vacío, este no duraba más allá de tres horas. La conclusión fue clara, para envasar al vacío en casa, es necesario invertir en una buena envasadora.

Este tipo de máquinas tienen un precio que ronda entre los 130 y los 300 euros, lo que supone una fuerte inversión inicial que en el caso de una máquina de calidad (en esta franja de precio es buena) revierte por la larga duración del aparato. Las máquinas no ocupan mucho espacio, no más allá de 40×15 centímetros, siendo fáciles de guardar y manipular.

Su funcionamiento es muy simple, tan solo hay que preocuparse de colocar de manera óptima los accesorios (según qué envasemos), cerrar la tapa y apretar un botón. En ese momento comienza un proceso de vaciado y sellado que lleva unos pocos minutos, dependiendo de la cantidad de aire a eliminar.

Accesorios. Bolsas

Las máquinas domesticas para envasar al vacío necesitan accesorios para funcionar, algunos hay que reponerlos de manera constante, y otros requieren de una sola inversión inicial. Para envasar carnes, embutidos, quesos y alimentos que no lleven agua ni en su preparación (p.ej. guisos) ni en su composición (p.ej. verduras) las bolsas son la solución óptima.

Estas se pueden encontrar ya hechas, con determinadas dimensiones, o en rollos continuos. Por uno de los lados son lisas y por el otro tiene rayas en relieve que ayudan a la eliminación del aire; son resistentes y de plástico más grueso de lo normal. Cincuenta bolsas de 20×30 centímetros pueden costar unos 15 euros, y dos rollos de seis metros de largo cada uno, también de 20 centímetros de ancho, pueden tener un precio cercano a los 20 euros. La mejor opción es esta última, pues permite adaptar la medida de cada bolsa al producto que se vaya a envasar, saliendo mucho más económico en la práctica. Mi gasto anual en bolsas asciende a unos 50 euros.

Accesorios. Botes de vidrio, de plástico y tapas

Ciertos alimentos no toleran el vacío en bolsas, ya sea por fragilidad o por la presencia de agua. Unas aceitunas, un guiso o un pimiento, por poner varios ejemplos, no se pueden envasar de esta manera; en los dos primeros, el líquido saldría por la boca de la bolsa estropeando el aparato e impidiendo el sellado, y en el caso del pimiento, la presión y el vacío extraerían el agua de la hortaliza dejándola inservible. Para estos casos están los botes de vidrio y recipientes rígidos.

En primer lugar, se pueden utilizar botes de cristal que cuenten con un diámetro adecuado a las tapas de metal específicas para hacer el vacío. Estas son una placas que se adaptan a la boca de los tarros, y sobre las cuales se aplica una campana, que unida a la máquina por una cánula, hace el vacío. Una vez terminado el proceso, se cierra el tarro con un anillo de metal.

Hay contenedores de plástico rígido de mayor capacidad, que permiten conservar grandes cantidades de alimento; estos son ideales para quesos en salmuera, o guisos, por ejemplo. Otra aplicación muy interesante de este tipo de envase es la posibilidad de marinar carnes dentro de ellos en menos tiempo, ya que al hacer el vacío e introducirlo en el frigorífico, este proceso se produce de manera más rápida.

También sirven para hacer el vacío a pequeños botes de conserva, tan solo hay que introducir estos cerrados dentro de un contenedor, poner la tapa, activar el proceso de vacío, y una vez terminado, sacar el bote del recipiente. Si lo abrimos comprobaremos que la tapa hace el ruido característico.

Otros accesorios

Los vinos también tienen su lugar, pues se puede hacer el vacío a las botellas mediante un tapón adaptado para este fin. Este se conecta directamente a la máquina con la cánula especial, y queda en la botella hasta que se utiliza de nuevo.

Abrir la tapa metálica de los botes de vidrio no es nada fácil, por ello es conveniente tener un accesorio especial, que es como un abridor de chapas gigante, con el que la operación se torna más sencilla.

Conclusiones

Para tomar una decisión sobre si merece la pena envasar al vacío en el hogar, hay que tener en cuenta dos cuestiones fundamentales. Es importante saber que en ningún caso sustituye al método para embotar conservas, pues para ello hay que seguir otro proceso diferente. En segundo lugar hay que tener en cuenta que los alimentos conservados al vacío aumentan su duración entre tres y cinco veces más que en un envasado tradicional y mantienen durante más tiempo sus propiedades.

Por tanto, y sabiendo cual es su aplicación específica, solo queda pensar si nos interesa prolongar esa duración aún a costa de hacer una primera inversión elevada y pagar el peaje de las bolsas especiales; valorando la cantidad de alimentos que se pierden en cada caso por una mala conservación, la economía (monetaria o de tiempo) que se puede hacer al comprar grandes cantidades, y la forma de cocinar y el número de miembros de la familia, puede ser o no conveniente disponer de este sistema de conservación en el hogar.

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