Este castillo del Alentejo es tan importante para Portugal que, incluso, tiene una canción popular a su nombre

Con una historia más que milenaria, Beja es uno de los corazones espirituales del sur portugués

Jaime de las Heras

Editor Senior

En la Península Ibérica abundan los vestigios de un pasado donde la geografía era también una forma de defensa, resistencia o conquista. Dentro de España, castillos como los de Almodóvar del Río, Loarre o Peñafiel no solo son referentes turísticos, sino también testigos de la historia. 

Junto a ellos, existen otros elementos que completan este mapa cultural de nuestra memoria: montañas que marcaron fronteras naturales, ríos como el Duero o el Ebro que trazaron rutas comerciales o militares, playas que fueron puertas de entrada de civilizaciones, pueblos que florecieron junto a calzadas romanas o en los márgenes de la Reconquista, cuevas prehistóricas, ermitas en riscos imposibles o cascadas escondidas en valles casi olvidados. 

Todo forma parte de un patrimonio que, aunque no siempre esté en el centro de la actualidad, conserva un enorme valor histórico y simbólico. Y esto no ocurre solo en España. En Portugal, particularmente en el Alentejo, encontramos ejemplos similares, con localidades que fueron clave en tiempos remotos y que hoy nos hablan desde la piedra, la leyenda y la canción.

Uno de estos lugares es Beja. Esta ciudad alentejana, situada en el sur de Portugal, es la cabeza de una zona llana y agrícola, pero su perfil está marcado por la silueta de un castillo que se alza imponente sobre el horizonte. El castillo de Beja es el emblema de la ciudad y una pieza fundamental del patrimonio arquitectónico portugués. 

El castillo de Beja, iluminado de noche. ©Visit Alentejo.

Se trata de una fortaleza con profundas raíces históricas. Sus orígenes se remontan a tiempos romanos, cuando la ciudad era conocida como Pax Julia. Sin embargo, el castillo que vemos hoy comenzó a tomar forma durante el periodo medieval, cuando la región era un espacio de frontera entre los reinos cristianos y musulmanes. En ese contexto, Beja fue escenario de enfrentamientos, conquistas y reconstrucciones, lo que explica su importancia estratégica y la necesidad de un sistema defensivo robusto.

El elemento más destacado del castillo de Beja es, sin duda, su torre del homenaje. Con más de cuarenta metros de altura, es la más alta de Portugal y solo es superada en toda la península ibérica por la del castillo de Belalcázar, en Córdoba. Esta torre no solo es un hito arquitectónico, sino también un símbolo de poder y resistencia. 

El castillo que vemos hoy comenzó a construirse en el siglo XIII, durante el reinado de Dionisio I de Portugal (Dinis I, en portugués), también conocido como el rey agricultor. Fue él quien mandó reforzar las defensas de varias ciudades clave del país, en un momento en que las fronteras con los reinos vecinos aún no estaban completamente aseguradas. 

La torre de homenaje del Castillo de Beja cuenta con un pequeño centro de interpretación y se puede acceder hasta lo más alto de sus 40 metros de altura, siendo la mayor de todo Portugal. ©Visit Alentejo.

La construcción de Beja respondía, por tanto, a una necesidad estratégica, en una región que durante siglos había sido escenario de enfrentamientos entre cristianos y musulmanes. A lo largo del tiempo, la fortaleza fue ampliada y modificada, especialmente en los siglos posteriores, pero su estructura principal se consolidó en aquella primera etapa bajo la dirección de uno de los reyes más importantes del medievo luso, arquitecto de los primeros mimbres de la identidad nacional portuguesa. 

Construida en mármol blanco y con un diseño que combina la sobriedad militar con elementos góticos, la torre ofrece una vista panorámica que permitía a sus antiguos ocupantes vigilar amplios territorios. Desde lo alto, se comprende perfectamente por qué este punto era tan codiciado: las llanuras del Alentejo se extienden hasta donde alcanza la vista, y cualquier movimiento enemigo podía detectarse con antelación.

Más allá de su arquitectura, el castillo de Beja tiene un valor cultural profundamente arraigado en la identidad alentejana. Prueba de ello es la canción popular titulada Castelo de Beja, una de las más reconocidas dentro del cante alentejano, un estilo musical declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. La letra de esta canción no describe batallas ni hazañas militares. 

Habla del castillo como testigo silencioso del paso del tiempo, como símbolo de una tierra que ha sufrido, amado y recordado. En sus versos, se presenta al castillo como un viejo amigo que ha visto marchar generaciones, que ha sido guardián de secretos y escenario de encuentros. Es una manera poética de decir que, aunque Beja ya no tenga el peso político o militar de antaño, su castillo sigue vivo en la memoria de su gente.

Visitar Beja hoy es una experiencia serena, alejada del turismo masivo. La ciudad conserva un ritmo tranquilo y una arquitectura que combina restos romanos, vestigios árabes y construcciones medievales. El castillo puede recorrerse parcialmente y su torre se puede subir, lo que permite al visitante tener una experiencia directa con la historia y la geografía del lugar. 

Convento da Conceição, en Beja. ©Visit Alentejo.

Además del castillo, en Beja merece la pena visitar el Museo Regional, ubicado en el antiguo convento de Nuestra Señora de la Concepción, así como pasear por sus calles estrechas y blancas, típicas del Alentejo.

El mejor momento para conocer Beja es durante la primavera o el otoño. El verano en el Alentejo puede ser muy caluroso, con temperaturas que superan fácilmente los 35 grados. 

En cambio, en las estaciones intermedias, el clima es más suave y permite disfrutar mejor de los paseos por la ciudad y de las vistas desde la torre del homenaje. Además, en primavera, el paisaje alrededor de Beja se tiñe de verdes y dorados, con campos de trigo y alcornoques que completan una estampa casi pictórica.

Imágenes | Visit Alentejo

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