Una escena rústica y sencilla desromantiza a estas enigmáticas flores: extraer pipas directamente del girasol provoca fascinación en unos y tripofobia en otros
No todo el mundo sabía de dónde venían las pipas. O mejor dicho: no todo el mundo las había visto salir de un girasol natural. El último vídeo de fascinación en redes , compartido por la cuenta @cookchill2.0, muestra a un agricultor rascando la cabeza madura de un girasol contra una superficie metálica.
Con el roce, cientos de semillas se desprenden como si fueran esa apetitosa lluvia negra. El gesto, simple y casi hipnótico, ha provocado una mezcla de sorpresa, asco y curiosidad. En los comentarios, muchos usuarios admiten que no sabían que las pipas se extraían así, incluso que "era verdad que las pipas venían del girasol".
Para buena parte de ellos, las pipas saladas eran algo que simplemente aparecía en bolsas de plástico en la tienda de la esquina, como los que creen que la lechuga sale directamente de las bolsas de Florette.
Pero la sorpresa no acaba ahí. Entre cientos de mensajes también hay quien confiesa haber sentido incomodidad física al ver la flor de cerca. Esa reacción tiene nombre: tripofobia visual, que describe la aversión intensa a patrones repetidos de agujeros o protuberancias, como los que forman las semillas en el centro del girasol maduro, o la misma malla metálica sobre las que se frotan.
Aunque no está considerada una fobia clínica oficial en todos los manuales médicos, la tripofobia se asocia a respuestas de ansiedad visual y malestar corporal. Algunas personas sienten cosquilleo, incomodidad o incluso repulsión al observar superficies como panales, esponjas o —como en este caso— un girasol cargado de semillas.
Un método de cosecha tradicional
Lo que se ve en el clip es un proceso agrícola real y tradicional: una flor de girasol madura se seca, y luego se extraen las semillas mediante fricción. Estas pipas, una vez limpias y secadas, pueden tostarse y consumirse directamente, o usarse para aceite, repostería o alimentación animal.
De forma tradicional, las pipas se extraen del girasol cuando la flor ya está seca y las semillas se han endurecido. Los agricultores suelen cortar la cabeza del girasol —el disco central donde se alojan las pipas— y dejarla secar al sol durante varios días.
Una vez seca, se frotan las cabezas para desprender las semillas. Después se limpian, se separan las impurezas y se dejan ventilar para eliminar restos de humedad antes de tostarlas o almacenarlas. Es un proceso manual, lento, pero muy eficaz y todavía habitual en huertos familiares o pequeñas producciones.
Distinto es en la producción industrial, donde el proceso es más rápido y automatizado. Los girasoles se cosechan con máquinas que cortan las plantas y separan las cabezas, que luego pasan por sistemas mecánicos que las trituran suavemente para liberar las pipas.
El girasol (Helianthus annuus) es una de las plantas más cultivadas del mundo, sobre todo en países como Ucrania, Rusia, Argentina y España. Su flor no es una sola unidad, sino una estructura compuesta por cientos de pequeñas flores fértiles, que dan lugar a las pipas que, efectivamente, luego terminan en los snacks.
El mejor momento para cosechar es cuando la parte trasera de la flor se vuelve marrón y las semillas se desprenden con facilidad. Un detalle que muchos consumidores desconocen porque, sencillamente, nunca han visto un girasol fuera de un jarrón decorativo o fuera de un campo desde la autopista.
Foto | Montaje
Ver todos los comentarios en https://www.directoalpaladar.com
VER Comentarios