Esta mujer, harta de soportar comentarios de algunos clientes, verbaliza el hartazgo acumulado por miles de empleados
Quien trabaja de cara al público en un bar o restaurante conoce de memoria la mezcla de paciencia, sacrificio y diplomacia que exige cada turno. Entre clientes agradecidos que valoran el esfuerzo y otros que tratan al personal con desprecio, la jornada puede convertirse en una montaña rusa emocional.
Y en ese contexto, hay una frase que lleva años sobrevolándolo todo y que enseguida encaja en cualquier situación tratando de ser la mano de santo que cualquier situación de conflicto plantea.
"El cliente siempre tiene la razón": pocas expresiones generan tanto cansancio y hastío entre los trabajadores de hostelería. Una camarera lo ha explicado recientemente en un vídeo donde enumera situaciones que cuestionan ese supuesto dogma.
El desahogo de @mariluzherrera79 conecta con un sentimiento compartido: no se puede convertir una idea en ley cuando tantas veces choca con la realidad. Su relato arranca con sinceridad: "Necesito soltar esto".
Obligados a callar
No es un calentón, sino su conclusión de años soportando malas formas sin poder responder. Esta lamenta que la contención de las personas que trabajan de cara al público es casi parte del uniforme: aunque el cliente se equivoque o falte al respeto, la presión por conservar el empleo obliga a callar.
La trabajadora lo explica sin rodeos: ni todos los camareros son perfectos ni todos los clientes son respetuosos. Y el problema aparece cuando alguien cree que pagar una consumición le da derecho a hablar mal, insultar o exigir lo imposible. Se trata, a su juicio, de una actitud que erosiona más que cualquier turno de diez horas.
El papel de las reseñas
A todo esto se suma un elemento que ha cambiado por completo el sector: quienes además amenazan con poner una reseña en Internet. Antes, un cliente enfadado podía quejarse al encargado y poco más. Hoy, una mala valoración en Google o TripAdvisor puede condicionar la reputación de un local e incluso de un camarero, incluso cuando el comentario distorsiona totalmente lo que ha ocurrido.
La camarera apunta algo que otros trabajadores confirman: muchas reseñas exageran o directamente inventan situaciones (para bien y para mal). Y para ella, lo preocupante es que algunas empresas dan más valor a esas estrellas que al propio testimonio del equipo. El resultado es un círculo vicioso donde el trabajador soporta presiones dentro y fuera del turno.
El impacto no es solo físico, sino emocional. La sensación de injusticia, la impotencia de no poder responder o el miedo a una mala reseña generan un desgaste profundo. La trabajadora lo resume con crudeza: hay empleados que acaban sintiéndose inútiles por comportamientos que deberían señalarse en quien los provoca, no en quien los recibe.
Su conclusión —"lo tenía que decir y lo he dicho"— funciona como altavoz de una realidad más amplia. El sector vive instalado en un panorama en el que influyen los bajos salarios, los horarios interminables y la falta de conciliación, pero también la creciente falta de respeto hacia quienes atienden tras la barra o sirven en una terraza.
"El cliente casi nunca tiene la razón", defiende una en los comentarios, mientras que otro considera que el que acuñó esta frase "no había trabajado cara al público en su vida". Asimismo, otros aseguran que hay clientes "para darles de comer aparte", y quienes alucinan con "la mala educación de la gente".
Foto | Tik Tok
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