
Los pescadores ilegales se valen de un útil de pesca especialmente dañino para la especie: no solo captura, sino que impide el desove
Puede que cacharros no sea un término que suene demasiado técnico, pero, desde luego, hace mención directa a una realidad a la que están enfrentándose más de la cuenta el equipo de Gardacostas de Galicia. Usados habitualmente por los mariscadores ilegales de pulpo, los cacharros también se conocen como nasas portuguesas, si bien el incremento de estos artilugios en las costas gallegas tienen poco o nada que ver con el país vecino.
Con lo que sí tienen que ver es con un incremento de la pesca furtiva del pulpo, más aún habida cuenta de los tres meses de veda que la Xunta de Galicia estableció para 2025 que impiden cualquier tipo de captura de este cefalópodo, quizás el mayor emblema de la cocina gallega, del que nadie sabe dónde está ni las razones por las que escasea.
No es una frase hecha. En la campaña de 2024, se subastaron en las lonjas gallegas solo 1,01 millones de kilos de pulpo. Es decir, un 26% menos de lo que se había desembarcado en 2023 y hasta un 39% menos de media que en la década previa. El descenso de ventas, evidentemente, ha ido aparejado a un aumento de la facturación, pero no compensa la situación.
Una veda de tres meses para intentar parar la hemorragia de pulpo
Mientras los pescadores se preguntan dónde está su pulpo, los Gardacostas topan con furtivos, cuya codicia sigue interesada en sacar del mar gallego al pulpo, aún en período de veda. Desde el 1 de abril hasta el 30 de junio nadie –ni profesionales, ni aficionados– pueden pescar este cefalópodo, pero eso no ha disuadido a muchos pescadores ilegales de los que Gardacostas ha dado cuenta en algo más de dos meses de veda.
En apenas dos meses y medio, han interceptado más de 6.000 útiles de pesca, la mayor parte de ellos los cacharros, un elemento que causa un doble daño sobre las poblaciones de pulpo. Ya no solo por el hecho de pescar en paro biológico, sino porque estos envases de PVC a menudo son utilizados por las hembras del pulpo para desovar, por lo que se duplica el perjuicio a la especie: no solo se pesca, sino que se impide la reproducción.
La parte buena de la ecuación, como explican en La Voz de Galicia, es que la tarea de los Gardacostas está teniendo efecto. De los 6.000 útiles de pesca, entre cacharros y nasas ilegales, la mayor parte se interceptó en el mes de abril –unos 3.700–, mientras que en mayo el número de intercepciones quedaron en unas 2.300, algo menos del 40%. A ello hay que sumar que también, desde que comenzó la veda, se han decomisado algo más de 1.200 kilos de pulpo, de los cuales hasta un 20% se incautaron de una sentada a un pesquero portugués a los pocos días de iniciarse la veda.
De hecho, parte del drama está en que, incluso, uno quien quiso sacar tajada de la situación y faenó ilegalmente el pasado 28 de abril –día del apagón– en busca de pulpo. Por suerte, se les consiguió detener, aunque ya habían capturado hasta 380 kilos de pulpo.
Imágenes | Gardacostas de Galicia
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