Así cambiaron los franceses la forma de pescar el bonito del norte en el País Vasco

Así cambiaron los franceses la forma de pescar el bonito del norte en el País Vasco
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El verano en el Cantábrico huele a noches frescas, a parrillas abiertas y a bonito, bonito del norte concretamente, un pescado con nombre y apellidos que entre junio y noviembre puebla las costas vascas, cántabras, asturianas y gallegas.

La ocasión sirve también para que las conserveras del norte den buena cuenta del Thunnus alalunga, convirtiéndolo en uno de los mayores tesoros en lata de nuestro país, pero también para que las pescaderías lo tengan como protagonista.

Además, no todos los bonitos valen para ser bonitos del norte: deben ser pescados uno a uno, con anzuelos y deben pesar más de cuatro kilos, así que aún hay clases en el mundo del Thunnus Alalunga. Sin embargo, quizá todos hayamos visto esas imágenes de pescadores izando desde el barco unas enormes cañas con las que subir al bonito a bordo.

Pues bien, esa escena no lleva repitiéndose en las costas y pesqueros de nuestro país desde hace siglos, sino que 'apenas' se lleva haciendo algo más de 70 años y el cambio se lo debemos a los pesqueros franceses y estos, a su vez, a los pescadores estadounidense.

El origen: la pesca de cacea o curricán

Istock 522523041 Los pesqueros que salen al bonito con el cebo vivo primero tienen que cargar los 'viveros' con los pescados que servirán de carnaza para el bonito.

Más cara, más sacrificada y menos rentable, así era la pesca del bonito del norte en España hasta finales de los años 40 del siglo XX, cuando una innovación estadounidense permitió aumentar el volumen de capturas, cambiar el tipo de barcos y, además, ser mucho más rentables.

A través de dos largas varas transversales situadas en la popa o costados del barco, decenas de sedales y anzuelos con cebo artificial penden de ellas y aprovechan el movimiento del barco para atraer a los bonitos, seducidos por ese vaivén del anzuelo que interpretan como su víctima propiciatoria en un arte conocido como pesca a cacea o a curricán.

Tras Pescarse El Bonito En Ocasiones Hace Falta Que Un Companero Con Un Bichero O Garfio Termine De Subir La Pieza A Bordo Tras pescarse el bonito, en ocasiones hace falta que un compañero con un bichero o garfio termine de subir la pieza a bordo.

La técnica, muy común también en otras latitudes, tenía ciertas particularidades locales como sucedía en el País Vasco, donde se pescaba con la denominada txurikiña, utilizando una hoja de maíz seca —un cultivo frecuente en el norte de España— que se asemejaba a un pez saltando fuera del agua perseguido por los bonitos.

Hasta esa fecha, los barcos del bonito que faenaban las aguas del Cantábrico pescaban exclusivamente a cacea o curricán, un arte que hoy se mantiene en la mayoría de pesqueros gallegos y asturianos. La novedad, por contra, permitirá al barco faenar en parado y es la que actualmente usan alrededor del 10% de las embarcaciones españolas que se dedican al bonito, generalmente concentradas en Cantabria y País Vasco con esa innovadora técnica.

Barcos en parado

Istock 522523085 Con la técnica del cebo vivo, los barcos que salen a faenar bonito apenas tienen que moverse.

Por tanto, el método, aun tradicional, podía ser mejorado. Exigía un gran gasto de combustible a la embarcación, que debía estar siempre en constante movimiento para volver una y otra vez al mismo banco de bonitos y, sobre todo, suponía bodegas de menor tamaño y, por tanto, que cada salida a faenar supusiera menos pescado.

A esa conclusión se llegó, tal y como explicaba JM Sansinenea —alias Ibantely— en la revista Munibe, allá por el año 1951 con un reportaje que publicó sobre los peces migratorios del Cantábrico. Encontrado en las páginas de la revista Munibe, perteneciente al Grupo de Ciencias Naturales Aranzadi de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del Pais, el testimonio da fe de cómo franceses y estadounidenses 'enseñaron' a los arrantzales vascos a ser más eficientes y rentables con la pesca del bonito del norte.

Istock 522523077 El método del cebo vivo se inventó en las costas de California, exportándose pronto a Francia y, posteriormente, a España.

Curiosamente, no se trata de barcos que consuman menos combustible, pero sí de mayor calado, lo que les ha permitido cambiar la forma de pescar hacia un arte que aumenta el volumen de capturas. Razón por la que el formato del cebo vivo, también llamado tanqueo, ofrece desembarcar más pescado en menos tiempo.

Con el nuevo método, los pesqueros de cebo vivo conseguían —aún consumiendo más combustible, debido al nuevo armazón del barco y a las bombas y motores internos— mantenerse cerca del cardumen de bonito y no tener que estar en ese constante movimiento.

Del mismo modo, los barcos también podían crecer en tamaño —empleando a su vez a más pescadores—, aunque también es cierto que la innovación inicial suponía renovar la flota para que tuvieran más capacidad, lo cual era mucho más caro.

El cazador cazado

Istock 522523079 Los barcos del bonito también tienen unas enormes mangueras que tiran agua, generando así un movimiento que ayuda a disimular al marinero y al barco, y revolucionando aún más la superficie, lo que atrae al bonito.

No es que en Estados Unidos hubiese bonito del norte, pero sí había otros túnidos, y allí se dieron cuenta de cuál era la manera de no tener que estar persiguiendo a los peces, sino de que fueran los peces los que acudieran al encuentro del barco.

Para ello recurrieron al cebo vivo, como explicaba JM Sansinenea en Munibe, donde los barcos primero capturan a red a los animales —anchoas, sardinas, jureles, caballas— que más seducían a los túnidos y los mantenían con vida en unos viveros o tanques dentro del barco, renovando con agua de mar impulsada a través de una bomba para que esta 'carnaza' se mantuviera con vida.

Istock 522523095 El bonito del norte se pesca mayoritariamente con caña y cebo vivo en Euskadi y Cantabria, mientras que en Galicia y Asturias se sigue pescando principalmente con cacea.

Una vez que el barco, que había salido a faenar de noche o de madrugada, tenía los viveros llenos, se acercaban a los bancos de pesca de los bonitos. Allí empezaban a cebar las aguas cercanas al barco, vertiendo este pescado y, al mismo tiempo cargaban los anzuelos con más cebo, atrayendo a los túnidos a los sedales y anzuelos que los marineros tenían.

De esta manera, primero los estadounidenses y más tarde los franceses, se dieron cuenta de cómo la propia voracidad de los túnidos les costaba la vida y es que aquello de 'por la boca muere el pez' nunca tuvo tanto sentido. Las primeras pruebas en Europa se realizarían en la costa del País Vasco francés en 1948, financiadas por conserveros, armadores y por el propio gobierno francés en dos barcos, el Marie Elisabeth y el La Nivelle, como explicaban desde Munibe.

La extensión por el resto del Cantábrico vasco

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El éxito fue inmediato y el resto de la flota vasco-francesa imitaría ya en 1948 el nuevo método. No tardarían tampoco en hacer lo mismo en los puertos del País Vasco. Zumaia, Bermeo, Lekeitio, Ondarroa, Getaria, Orio… Todos se sumaron a una nueva forma de pescar bonito del norte ya en 1949.

De hecho, incluso llegó un punto donde cierto nivel de codicia se apoderó de algunas flotas pesqueras, tal y como explicaba Ibantely describiendo lo que sucedió en el puerto de Orio. Allí empezaron a utilizar el cebo vivo para acercar al pescado al costado, rodeándolo luego con una red y aumentando así el volumen de capturas.

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Como es lógico, este aumento de capturas significaba también crear un exceso de oferta y tirar los precios del pescado, motivo por el que el resto de cofradías y pescadores procuraron que este tipo de pesca no se extendiera —y se prohibiera—, aduciendo que "al tratar al bonito como a una anchoa, pronto desaparecería la especie y desaparecería esta base de beneficios que el atún produce en las costas españolas y portuguesas".

Lo irónico, siete décadas después, es que los mismos franceses que 'enseñaron' a ser más rentables con el bonito del norte ahora recurran a barcos pelágicos de arrastre con los que reiteran parte de ese estilo Orio que se erradicó.

Imágenes | iStock

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