Gominolas con droga: la leyenda urbana de los 80 se está haciendo realidad gracias al nuevo negocio de la marihuana

Los comerciantes pretenden colar estos productos que imitan golosinas avisando de que no son aptos para el consumo humano, una práctica perseguida por la ley

Liliana Fuchs

Editor

Los nostálgicos de la EGB recordarán aquella vieja leyenda urbana que aseguraba la existencia de misteriosos desconocidos regalando caramelos y golosinas con droga a inocentes niños delante la puerta de los colegios. Un mito extendido como la pólvora que resurge hoy gracias a las nuevas tecnologías, pero que no está tan lejos de ser una realidad. Las gominolas con cannabinoides están logrando colarse en nuestro país, y son un grave problema de seguridad alimentaria.

Esta vez no son un bulo, aunque, por el momento, no hay noticias de que haya nadie que se dedique a repartirlas en los centros escolares con fines perversos. Hace ya años que nos llegan noticias, en forma de alertas alimentarias, de la distribución y venta de diversos productos con aspecto de dulces que contienen THC o HHC; el último ejemplo ha ocurrido hace apenas unos días, como informaba la AESAN.

Los cannabinoides son compuestos naturales con efectos psicoactivos y psicotrópicos

El HHC o hexahidrocannabinol es un cannabinoide derivado de la planta Cannabis sativa, como el THC  o tetrahidrocannabinol, el más popular hasta fechas recientes. Más concretamente, se trata de compuestos orgánico-lipídicos pertenecientes al grupo de los terpenofenoles, que se unen a los receptores cannabinoides en el organismo humano. Su ingesta o consumo produce diversos efectos psicoactivos y psicotrópicos y puede tener graves efectos en la salud, especialmente en la población más vulnerable.

En realidad existen más de 100 cannabinoides que produce la planta de manera natural, con diversos efectos y potenciales usos y beneficios en distintos campos que la ciencia aún trabaja en investigar. Pese a que algunos compuestos sí se pueden emplear para la elaboración de productos cosméticos o farmacológicos, ninguno está permitido para uso alimentario. Al menos por ahora.

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Ni son alimentos, ni son seguros

Este tipo de productos se comercializan como generalmente como gummies, gominolas, aunque también han llegado casos de galletas y chocolatinas. Se suelen acompañar de algún diseño llamativo y un nombre que en ocasiones alude también a su sabor; los hay desde sabores típicos afrutados como fresa o lima, hasta otros más fantasiosos (mistery, euphoria). 

La mayoría imitan claramente a golosinas infantiles tradicionales, como los famosos ositos o gummy bears, jugando con las formas, los colores vistosos y un habitual recubrimiento de azúcar. En definitiva, vistos fuera de contexto, nadie dudaría de que son chucherías corrientes, quizá el ojo más experto apuntaría a que son de marca blanca. Pero un niño goloso no dudaría en llevárselos a la boca sin miramientos.

La ley no permite venderlos como alimentos ni tampoco con un aspecto que los imite

En esa evidente pretensión de presentarlos como productos inocuos, con aspecto de inocentes golosinas reconocibles por el consumidor, radica el principal problema y riesgo. “Las gominolas con cannabinoides psicoactivos, serían productos comercializados como alimentos que no cumplirían la normativa de directa aplicación a estos ya que ni son alimentos (por contener precisamente estas sustancias), ni son seguros, aunque pretendan dar una imagen de inocuidad por la forma de presentación que tienen (gominolas)”, explica la AESAN a una consulta de DAP.

Las sustancias estupefacientes o psicotrópicas están excluidas explícitamente de la definición legal de alimento o producto alimenticio. Los fabricantes de estas gominolas con psicoactivos lo saben, y pretenden encontrar un vacío legal añadiendo indicaciones en su etiquetado del tipo “no para uso en alimentación”, “no destinado al consumo”, “producto de coleccionismo”, etc. 

Sin embargo, la ley tampoco lo permite.

La Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias, así como el Reglamento (UE) 2023/988 del Parlamento Europeo y del Consejo, regulan el etiquetado, la presentación y el deber general de seguridad de todos los bienes y servicios puestos en el mercado.

“No se podrá considerar un producto seguro aquel que, aunque no sea un producto alimenticio, se parezca a un producto alimenticio y pueda confundirse con él debido a su forma, olor, color, aspecto, envase, etiquetado, volumen, tamaño u otras características y, por tanto, los consumidores, y en particular los niños, podrían llevárselos a la boca, chuparlos o ingerirlos”, detalla la AESAN. 

Los niños son la población más vulnerable en este caso, ya que, por mucho que no sea un producto destinado al público infantil, se asemeja a un objeto comúnmente reconocido como atractivo o destinado a ser utilizado por ellos.

Por qué nos informa la AESAN sobre drogas

La venta de cualquier sustancia clasificada como psicotrópicos y/o psicoactivos está prohibida y constituye un delito contra la salud pública tipificado en el Código Penal (artículo 368). Y el HHC ha sido recientemente clasificado como psicotrópico por la Orden SND/380/2025, de 14 de abril, por la que se incluyen nuevas sustancias en el anexo 1 del Real Decreto 2829/1977.

El hecho de que la detección e incautación de estos productos se haga pública a través de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición se debe, precisamente, por estar incluidos en productos de consumo humano.

“El motivo por el que AESAN gestiona estas notificaciones como alertas es por el riesgo para el consumidor derivado de su ingesta”, explican desde la Agencia. De la misma manera que se avisa a la población del riesgo de adquirir un producto con una posible contaminación por Listeria, por ejemplo, el objetivo es prevenir y evitar riesgos en la salud. 

Es el Cuerpo Nacional de Policía quien se ocupa de la investigación y persecución de los delitos relacionados con la droga, según establece la Ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado; la AESAN interviene en la comunicación a la población cuando hay riesgos para la salud derivados de la ingesta de alimentos.

Cómo llegan a España

Si no son legales, ¿por qué no dejan de llegar alertas de este tipo?

Al repasar las notificaciones que nos han llegado en los últimos años, en su mayoría son productos que provienen de otros países europeos, en su gran mayoría de la República Checa, también con algún ejemplo de Eslovaquia y Malta. ¿Son legales allí? No.

La Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 es un tratado internacional que busca controlar la producción, comercialización y posesión de sustancias estupefacientes a nivel mundial; todos los países de la Unión Europea están obligados a cumplir con ella. 

Las gominolas con psicotrópicos no se pueden comercializar en ningún país de la UE, pero es mucho más complicado controlar el comercio virtual. Casi todos estos productos se distribuyen en tiendas online, con un origen muy difícil de localizar y perseguir por las autoridades, como sucede con suplementos alimenticios y otros productos que no han sido aprobados por Europa.

“El comercio online de alimentos o productos alimenticios se encuentra también sometido a las labores de control oficial de las autoridades competentes”, señalan desde la AESAN. “Las sanciones por infracciones en el comercio online pueden ser multas económicas, decomiso de productos o incluso cierre temporal del establecimiento o la página”. Pero cuesta mucho desmantelar estas webs, y no tardan en salirles clones o volver a aparecer a los pocos meses.

¿Serán legales alguna vez?

En países como Canadá y algunas zonas de EEUU sí se comercializan legalmente alimentos con cannabinoides como CBD o THC, al legalizar el uso de cannabis con fines recreativos. En Canadá, de hecho, se empezaron a vender bebidas con THC hace pocos años.

En Europa, por el momento, no está permitido. Ni cannabinoides, ni ninguna sustancia psicoactiva, como el muscimol, responsable de los efectos psicotrópicos de la Amanita muscaria y también empleada en la fabricación de este tipo de productos. En el caso de que se legalizaran en un futuro, tampoco podrían comercializarse como las gominolas que protagonizan hoy estas alertas, pues seguirían siendo alimentos no seguros para los niños. 

Tal y como explicaba Miguel Ángel Lurueña, uno de los principales inconvenientes de la posible legalización es que banaliza su consumo, dando la sensación al público de que son inocuos o que no tienen riesgos, “cuando en realidad se trata de drogas distintas cuyos efectos sobre el sistema nervioso y la salud son diferentes”. Además, podría provocar un aumento del consumo que incluso puede llevar a crear adicciones con mayor riesgo sanitario, a lo que se suma la problemática del desconocimiento actual de los efectos que producen las distintas concentraciones.

Por tanto, en caso de abrirse el debate en Europa y en España, “sería imprescindible asentar la medida sobre dos pilares fundamentales: la regulación y la educación”, concluye Lurueña.

Imágenes | Unsplash/Zane Bolen - Elsa Olofsson - AESAN

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