El ingenio industrial que permitió a Coca-Cola fabricar latas con nombres estampados sin dejarse una pasta

Estos envases son uno de los mayores reclamos de la compañía en los últimos años, invitando a coleccionar y buscar nombres por todas las esquinas

Joana Costa

Editor

Pocas estrategias de marketing han calado tanto como la de estampar un nombre propio en un objeto cotidiano. Las latas con nombres impresos se han convertido en algo más que un simple envase: han pasado a ser un pequeño tesoro personalizado que invita a coleccionar, regalar o compartir en redes sociales.

Para algunos, beber refresco ha dejado de ser un gesto trivial para convertirse en un divertido acto de identidad instantánea. El éxito reside en lo emocional. Encontrar tu nombre en la estantería del supermercado equivale a una especie de reconocimiento público, casi como si la marca hubiera pensado en ti personalmente.

No importa si el sabor es el mismo de siempre: esa etiqueta con letras familiares añade un plus de complicidad que se traduce en millones de ventas. Una ilusión de exclusividad en masa.

El fenómeno deja claro que lo personalizado vende. El atractivo de ver tu nombre, el de un amigo o incluso un mote en un objeto tan común como una lata, demuestra que lo cotidiano también puede transformarse en algo más. Más que refresco, es una conversación, una foto en Instagram y un recuerdo en la nevera. Una prueba de que el marketing emocional puede reinventar lo más básico.

Detrás de esta innovación estuvo en 2012 un equipo del que formó parte el diseñador gráfico Pedro Carter, especialista con más de diez años de experiencia, según comenta en LinkedIn.

La idea buscaba que los consumidores vivieran la experiencia de encontrar su bebida como si fuera un souvenir único, similar a comprar un llavero con su nombre. Esta conexión emocional convirtió el producto en algo coleccionable y altamente demandado.

Un vistazo a…
Cómo cocinar de forma segura

Nombres en negativo, sin tinta

Para lograrlo, el equipo trabajó en la maquinaria de impresión, que utiliza 12 timbres rotativos para transferir el diseño a la lata. La clave fue descubrir que podían personalizar cada timbre para imprimir nombres distintos en una sola producción.

El diseño consistía en dejar los nombres en negativo, es decir, la superficie de aluminio sin tinta resaltando sobre el fondo rojo. Gracias a esta técnica podían imprimirse hasta 24 nombres diferentes de manera simultánea en una misma línea de producción.

La primera tanda se probó en 2012 con la línea Coca-Cola Zero, incluyendo 72 nombres distintos. El éxito de la prueba demostró que la innovación era viable y podía escalarse a niveles más grandes.

Según cuenta, un año después, en 2013, Coca-Cola llevó la campaña a escala mundial. Solo en Brasil se imprimieron 460 nombres, consolidando la tecnología como una de las estrategias de marketing más icónicas de la marca.

Pedro Carter subraya que esta innovación se concibió y perfeccionó en América del Sur, demostrando la capacidad técnica creativa de la región en la industria de envases de aluminio.

Hoy, estas latas son recordadas como un hito que combinó ingeniería, diseño y marketing para crear un objeto emocionalmente valioso que convirtió una bebida en una experiencia personal y coleccionable.

Foto | The Coca-Cola Company

En DAP | Así hay que comerse los kiwis para aprovechar todo su potencial, según Boticaria García

En DAP | Las razones por las que no quieren cobrarnos por separado en los bares (especialmente en mesas grandes)

Ver todos los comentarios en https://www.directoalpaladar.com

VER Comentarios