Todo internet se está riendo de la cerámica artesanal: está muy bien como afición, pero cuidado con estas propuestas

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La cerámica artesanal se ha ido de las manos: el nuevo meme doméstico de TikTok del verano ya tiene cabeza de turco

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Joana Costa

Editor

Lo que comenzó como una escapatoria estética y ha sido siempre una bonita afición de verano para lograr un estadio de relajación se ha convertido en un desfile de objetos que ni el barro reconoce y que son de todo menos prácticos. La cerámica artesanal, en su versión más libre, ya tiene su hueco en la sátira digital.

Para los que dijeron que el arte es subjetivo seguramente nunca vieron una tetera de cerámica con tres boquillas ni una taza que parece derretirse antes del primer uso. En redes sociales, sobre todo TikTok, la cerámica artesanal está viviendo un auge sin precedentes, pero no precisamente por sus virtudes decorativas.

La nueva hornada de vídeos virales no celebra tanto la destreza como la osadía de sus creadores. Bajo etiquetas como ceramicfails y directamente ceramica se ponen de relieve fiascos magnánimos: cestas de fruta a los que se les cuelan las piezas de fruta, teteras que regaliman por todos lados y dispensadores de papel que se encallan en el primer centímetro de celulosa.

Hay quien busca en el torno cerámico una vía de catarsis creativa, una forma de conectar con lo tangible y desconectar de las pantallas. Hasta ahí, todo bien. Pero el problema comienza cuando lo que debería parecer una taza acaba teniendo más curvas que un laberinto barroco, o cuando lo conceptual se convierte en sinónimo de inacabado.

Algunas cuentas han sabido explotar ese extraño magnetismo entre lo feo y lo entrañable. En lugar de esconder sus “fallos”, los exponen con una ironía desarmante. Platos, tazas, teteras, fruteros y dispensadores son ejemplares complejos de ejecutar, por muy inofensivo que parezca. Seguramente, no pasa lo mismo con los cuencos y las tazas, más sencillos.

Tazas con caras inquietantes, platos que bailan a cada cucharada porque son incapaces de parar quietos, objetos que no sabrías si colocar en una repisa o en una exposición de arte post-apocalíptico.

TikTok, en su naturaleza festiva y burlona, ha convertido estos experimentos fallidos en piezas virales. Los usuarios no solo comentan, también recrean, imitan y exageran. Lo que empezó como una tendencia de nicho ahora es un ritual colectivo de diversión y desconcierto.

El arte de la imperfección

En el fondo, hay algo casi reconfortante en ver cómo incluso los proyectos fallidos encuentran su público y su hueco en la vida. El éxito ya no se mide en términos de funcionalidad o belleza, sino en su capacidad para provocar una reacción emocional, aunque sea de estupor. El arte utilitario ha quedado atrás; ahora lo que cuenta es la narrativa del desastre.

Lo curioso es que muchos de estos objetos se venden. Y no precisamente baratos. Porque lo “artesanal” se ha convertido en sinónimo de “único”, y lo único, en el mercado digital, tiene su valor. La paradoja: piezas que antes irían directo al contenedor, ahora se muestran en redes por si grotesca singularidad.

Algunos alaban este movimiento como un antídoto contra la perfección prefabricada de Ikea y compañía. Otros lo ven como un síntoma más del cansancio cultural. Sea como sea, esta cerámica no deja indiferente a nadie. Y si la función del arte es sacudir, remover o incluso hacer reír, entonces misión cumplida.

Quizás lo verdaderamente importante es que, en este fenómeno, se ha recuperado el valor del proceso sobre el resultado. El barro, al fin y al cabo, no miente. Lo que ves es lo que hay. Y en esa honestidad deformada, quizás haya más verdad que en muchas piezas de diseño.

Foto| Cottonbro studio

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