Humedad, temperatura agradable, oxígeno y una dosis constante de piel muerta y aceites corporales son el cóctel ideal
La frecuencia con la que debemos lavar las toallas del baño sigue generando debate y cierta incertidumbre a juzgar por la cantidad de días que algunas pasan en el perchero del baño.
Sin embargo, la bióloga creadora de contenido en redes @unacordobessa, ha compartido un vídeo en la plataforma en el que detalla por qué una toalla aparentemente limpia puede convertirse en uno de los mejores entornos para microorganismos.
Según explica en ese vídeo, el problema empieza justo después de la ducha: como norma general, colgamos la toalla húmeda, la dejamos secar a medias y repetimos el ciclo durante días.
Ese ambiente reúne todos los ingredientes que necesitan bacterias y hongos para multiplicarse: humedad, temperatura agradable, oxígeno y una dosis constante de piel muerta y aceites corporales. Es el "paraíso" de estos microorganismos y logran duplicar su población cada media hora. “Es el paraíso para ellos; pueden duplicar su población en media hora”, advertía la experta.
Carolina señalaba que, aunque mucha gente lo desconoce, las toallas deberían lavarse cada dos o tres usos, o al menos una vez por semana. Superar ese límite significa secarse con un tejido que ya no limpia, sino que de algún modo nos recontamina, como indica en su explicación.
El riesgo, en lo que no se ve
En este caso, el error más habitual es asumir que, como una toalla no huele mal, sigue estando en buen estado. La bióloga insiste en que el riesgo está en lo que no se ve.
Otro punto que aborda es la ubicación. Las toallas que cuelgan cerca del inodoro, y especialmente si se tira de la cadena sin bajar la tapa, reciben una ligera "lluvia" de microorganismos cada vez que se acciona la cisterna.
Esa dispersión microscópica es una de las principales razones por las que la experta insiste en acortar los ciclos de lavado y hacerlos lo más frecuentes posible, por muy aparatosas que sean las toallas.
Lavar a más de 60 grados
Carolina también habla de la temperatura adecuada para lavarlas. Para una limpieza profunda, recomienda usar agua caliente por encima de los 60 °C, ya que es la forma más eficaz de eliminar bacterias y hongos y evitar que las toallas acumulen olores o irriten la piel con el uso continuado.
El mensaje central de su vídeo es simple: si una toalla supera la semana sin pasar por la lavadora, está demasiado usada. Y aunque reconoce que no siempre es posible seguir el ritmo ideal de lavado, anima a ajustar los hábitos tanto como sea posible para evitar problemas de higiene que, precisamente por invisibles, pasan más desapercibidos de lo que deberían.
En cualquier caso, y pese a la vorágine de las rutinas diarias, lavar las toallas con la frecuencia adecuada es un gesto pequeño, pero esencial, para que nuestra rutina diaria sea más segura, más higiénica y más saludable.
Foto | @unacordobessa/Tik Tok
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