Un hombre sano de 50 años sufrió un ictus inexplicable para sus médicos. Resulta que tomaba ocho bebidas energéticas diarias

Un estudio alerta del riesgo del consumo de bebidas energéticas abordando el caso de un varón que llegaba a ingerir hasta más de 1200 mg de cafeína al día

Liliana Fuchs

Editor

El consumo continuado de bebidas energéticas incrementa el riesgo de sufrir enfermedades del corazón y también de accidentes cerebrovasculares, incluso en personas adultas sanas con una vida activa. Es el mensaje de alerta que lanza un estudio realizado a raíz del caso de un paciente que ilustra el daño que estos productos puede causar y que, en opinión de los expertos, se menosprecia.

Un hombre de unos 50 años, con aparente buen estado de salud y una forma física atlética, fue atendido de urgencia tras sufrir un accidente cerebrovascular isquémico talámico en Sherwood, Nottingham (Inglaterra). El varón, trabajador en un almacén de la localidad, tenía una presión arterial de unos 254/150 mm Hg, unas cifras elevadísimas ocultas tras lo que parecía un estado saludable. El caso ha sido analizado en un estudio publicado esta semana en la revista BMJ Journal.

Además de la presión disparada —las cifras normales para la mayoría de los adultos es menos de 120/80 mm Hg, y a partir de 180/120 ya se considera una crisis médica—, el hombre tenía completamente entumecido el lado izquierdo del cuerpo; la exploración preliminar confirmó que había sufrido un ictus en el tálamo del cerebro, por lo que fue intervenido de urgencia para disminuir la presión arterial.

Sin embargo, tras ser dado de alta, el varón volvió a experimentar una subida de tensión que ningún tratamiento farmacológico parecía controlar. Después de efectuarle diversas pruebas en busca de una respuesta a la posible causa, sus médicos descubrieron que la clave estaba en los hábitos del paciente. Aunque llevaba una vida aparentemente saludable, el hombre reveló que solía tomar varias bebidas energéticas al día.

“Cada día consumía ocho bebidas energéticas muy potentes para mantenerse alerta para su trabajo — dos latas en cuatro momentos diferentes del día”, detalla en el estudio Sunil Munshi, médico del Nottingham University Hospitals. “Cada una de las bebidas contenía 160 miligramos de cafeína. De repente, el diagnóstico quedó claro”.

Algunas de estas bebidas energéticas pueden incluso llegar a contener hasta 500 mg de cafeína en una sola lata, mientras que una taza de café normal aporta, aproximadamente, unos 90 mg. En el caso de este paciente, según la marca de su consumo habitual no revelada en el estudio, ingería de media más de 1.200 mg de cafeína diarios; el límite máximo recomendado por las autoridades sanitarias en adultos sanos es de 400 mg.

Aunque ha podido recuperarse del ictus sufrido, se le han quedado secuelas permanentes. “Obviamente, no era consciente de los peligros que suponía para mí el consumo de bebidas energéticas. [Me] ha quedado entumecimiento [en] la mano y los dedos de la mano izquierda, el pie y los dedos de los pies”, ha revelado desde el anonimato.

Este caso médico, ocurrido hace unos años, ha llevado el equipo médico a elaborar un estudio en el que se indagan sobre los peligros que pueden causar estas bebidas y piden aumentar la regulación de su publicidad y venta, como ya se hace con el alcohol o el tabaco. Además, añaden, el riesgo no está solo en la cafeína que contienen, sino también en su combinación con otros elementos, como el azúcar, la taurina, el ginseng y otros estimulantes.

“Estas bebidas energéticas pueden causar arritmias cardíacas, dañar el endotelio, el tejido que recubre los vasos sanguíneos y agregar plaquetas sanguíneas”, añade Munshi “y pueden producir coágulos sanguíneos”. Además, señalan, el riesgo es mayor entre los jóvenes, más dispuestos a consumir estas bebidas sin control, y con frecuencia combinadas con bebidas alcohólicas o incluso otras drogas, creando un cóctel mucho más peligroso.

Y no solo proponen una mayor regulación de las ventas y campañas publicitarias, también creen necesario que los profesionales sanitarios incluyan preguntas o cuestionarios sobre el consumo de estas bebidas a los pacientes, especialmente los más jóvenes que muestren signos de hipertensión sin aparente explicación.

Imágenes | Flickr/Simon Desmarais - Freepik

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