48 horas en Sanlúcar de Barrameda: qué ver y qué comer en la capital del langostino y la manzanilla

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Tortillitas de camarones, catedrales del vino, palacios y conventos, caballos sobre la arena, Doñana, playas kilómetricas… Este rincón gaditano lo tiene todo

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Jaime de las Heras

Editor Senior

Sanlúcar de Barrameda no se visita, se saborea. Es una ciudad que entra por los ojos al primer atisbo de la desembocadura del Guadalquivir, se cuela por la nariz con el aroma salino de las brisas atlánticas, y se queda para siempre en el paladar con el regusto inconfundible de la manzanilla y el langostino.

Frente a ella se abre el inmenso tapiz verde del Parque Nacional de Doñana, mientras que a sus espaldas se alzan iglesias mudéjares, palacios centenarios y callejuelas empedradas que aún conservan el eco de los barcos que partieron hacia el Nuevo Mundo.

Pocas ciudades pueden presumir de tener al mismo tiempo vocación marinera, alma agrícola, esencia vinatera y memoria aristocrática. Sanlúcar es todo eso y más. Es el bullicio del mercado de abastos por la mañana y el silencio dorado del atardecer en Bajo de Guía.

Es el eco de los pasos en el Barrio Alto y la algarabía festiva que llena la Calzada cuando llegan las carreras de caballos. La ciudad se despliega en barrios diversos como Bonanza, con su tradición pesquera; La Jara, residencial y playera; y el propio centro histórico, que articula el pulso diario entre historia y vida cotidiana.

Ubicada en el extremo occidental de la provincia de Cádiz, en la comarca de la Costa Noroeste, Sanlúcar forma parte del triángulo del vino de Jerez y es la única localidad con denominación específica para la manzanilla, un vino generoso que solo puede criarse aquí.

Bodegas Barbadillo.

A esta riqueza vinícola se suma una gastronomía centrada en los productos del mar, con el langostino como emblema, que alcanza su máxima expresión en tabernas, terrazas y bares que llevan generaciones transmitiendo el arte del buen comer.

Pero Sanlúcar también es memoria viva de la historia de España y del mundo. Desde su puerto zarpó la primera vuelta al mundo en 1519, y desde sus conventos se tejieron redes espirituales que aún perduran.

Plaza del Cabildo. ©Turismo de Sanlúcar de Barrameda.

En cada piedra hay una historia que contar, en cada retablo una huella de los siglos. A lo largo del tiempo, ha acogido a nobles, comerciantes, exploradores y viajeros que encontraron aquí un lugar donde el tiempo parece detenerse entre copa y copa.

Panorámica de Sanlúcar de Barrameda. ©Turismo de Sanlúcar de Barrameda.

Y cuando el calendario avanza, Sanlúcar estalla en fiestas: las patronales de la Virgen de la Caridad, la Semana Santa, la feria de la manzanilla o las célebres carreras de caballos en la playa, declaradas de Interés Turístico Internacional. Cada celebración multiplica la luz, el bullicio y la hospitalidad de una ciudad que se entrega entera al visitante. Porque en Sanlúcar, la vida se vive a compás de sal, vino y memoria.

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Día 1 - Mañana: El Sanlúcar marinero y natural

El primer contacto con Sanlúcar bien puede comenzar en el Barrio Bajo, donde se palpa el ambiente marinero de la ciudad. Pasear por la Calzada de la Duquesa Isabel y continuar por la Cuesta de Belén permite adentrarse en calles que conservan el alma pesquera.

El Mercado de Abastos sanluqueño. ©Turismo de Sanlúcar de Barrameda.

Muy cerca se halla el mercado de abastos, donde a primera hora de la mañana se puede observar la venta del pescado recién traído por las barcas del estuario. El ambiente es animado y auténtico, perfecto para conocer la cotidianidad sanluqueña.

Desde aquí se puede caminar hacia Bajo de Guía, el barrio pesquero más emblemático, donde las tabernas y restaurantes ofrecen vistas al río y al Parque de Doñana. Es el lugar ideal para tomar un café con vistas o reservar ya una comida de langostinos a la plancha. El paseo fluvial está adaptado y permite una caminata sosegada mientras se observan aves, barcas y el ritmo pausado del río.

El langostino de Sanlúcar tiene fama nacional como uno de los mejores de España. ©Turismo de Sanlúcar de Barrameda.

Para quienes buscan una experiencia más inmersiva en la naturaleza, es recomendable reservar una excursión guiada al Parque Nacional de Doñana, que puede contratarse en el centro de visitantes de Fábrica de Hielo. Las rutas suelen durar unas tres horas y se realizan en vehículos 4x4. Conviene reservar con antelación, especialmente en temporada alta. Es aconsejable llevar gorra, agua y protección solar.

La avenida Bajo de Guía. ©Turismo de Sanlúcar de Barrameda.

Otra alternativa más tranquila es visitar el centro de interpretación del parque o tomar un paseo en barco por el Guadalquivir con vistas al parque y a las marismas.

Vista de Sanlúcar desde el Parque Nacional de Doñana.

Estas salidas suelen durar entre una hora y hora y media, y ofrecen una perspectiva singular del valor ecológico de la zona. Hay empresas locales que ofrecen paquetes con guías especializados.

Las playas de La Calzada y Las Caletas son el escenario donde a primeros de agosto se celebran las populares Carreras de Caballos. ©Turismo de Sanlúcar de Barrameda.

Antes de comer, el paseo puede terminar en la playa de La Calzada, donde los sanluqueños disfrutan del sol y de la brisa atlántica. El entorno es ideal para relajarse antes de almorzar. Entre las opciones más demandadas se encuentra Casa Bigote, un templo de la cocina marinera donde se bordan los langostinos.

Comida: buscando tortillitas de camarones

Tortillita de camarones. ©Turismo de Sanlúcar de Barrameda.

Aprovechar la coyuntura sanluqueña es abrir la puerta a intentar ir en la búsqueda de las mejores tortillitas de camarones de Sanlúcar de Barrameda, la localidad que puso en el mapa a esta sencilla fritura donde el secreto está en usar camarón bien fresco, en un equilibrio en la masa y, como es lógico, en que queden crujientes, pero nunca aceitosas.

Una parada imprescindible es Casa Balbino, en plena plaza del Cabildo y que lleva sentando cátedra de tasca desde la década de 1930. No solo se acude aquí por sus tortillitas, pero merecen justa fama.

Tapas de Barbiana Bar.

También se bordan, si nos mantenemos en la plaza del Cabildo, en La Gitana, el pequeño bar que Bodegas Hidalgo montó hace unos 25 años para completar el trabajo de despacho de vinos. Moderna, en la calle Ancha, es la propuesta de Barbiana, donde además de vinos por copas y buenas tortillitas también aparecen otros clásicos gaditanos como las papas aliñás para otro restaurante infalible.

Gluten free son las tortillitas que ofrecen en Taberna Cabildo, por lo que ya encontramos unas tortillitas que cumplen con nota y que, además. se consolidan en el mismo centro de Sanlúcar.

Día 1 - Tarde: El Sanlúcar de la manzanilla y las bodegas

La antigua puerta de Bodegas Barbadillo.

La tarde invita a descubrir el alma vinícola de Sanlúcar a través de sus bodegas. La manzanilla, vino generoso con Denominación de Origen propia, es el gran tesoro local, y conocer su proceso de crianza en flor es una experiencia imprescindible. Bodegas como Hidalgo-La Gitana, Barbadillo o Delgado Zuleta ofrecen visitas guiadas que suelen durar entre una y dos horas, con catas incluidas.

Bodegas Barbadillo.

La visita a Bodegas Barbadillo incluye un recorrido por sus antiguas instalaciones, un pequeño museo del vino y una degustación de manzanilla en su patio andaluz. Se recomienda reservar plaza con antelación, ya que es una de las más concurridas. Los precios rondan los 10-15 euros por persona, dependiendo del tipo de visita.

Para quienes buscan una experiencia más personalizada, algunas bodegas ofrecen catas maridadas con productos locales, como langostinos o quesos de la sierra gaditana. Estas experiencias suelen tener un precio superior, entre 25 y 40 euros, pero permiten una inmersión sensorial completa en la cultura enológica sanluqueña.

Tras la visita, puede continuarse la tarde paseando por la calle Ancha, repleta de tiendas y bares de tapeo. Es el lugar perfecto para tomar una manzanilla fresquita acompañada de papas aliñás, chocos fritos o una ración de cazón en adobo.

Como cierre del día, se puede acudir a alguna taberna histórica como Casa Balbino, en la plaza del Cabildo, donde la vida parece detenerse entre el murmullo de las conversaciones, el tintinear de los vasos y el aroma a mar y vino. Aunque tenemos otro plan, como veréis a continuación.

Cena: al rumor de las olas y las caracolas

Es cierto que Sanlúcar, como es habitual en Andalucía, tiene cierta querencia a que la barra y el comer de pie sean religión. Esta localidad no es una excepción, pero eso no quita que, si podemos y queremos, haya buenas alternativas para sentarse a la mesa.

Langostinos con alcachofas. ©Avante Claro.

Una de las más clásicas en cuanto a la mesa vestida es la del restaurante Avante Claro, una parada más que recomendada en plena playa de La Calzada donde, como es lógico, brillan algunos de los clásicos sanluqueños y gaditanos.

Pescados y mariscos a la plancha, en especial sus puntillitas y sus chocos, son imprescindibles. También algunas de las especialidades de la casa como la morcilla de atún o la hamburguesa de choco al pan frito.

Todo un templo del buen comer –y del buen beber, con muchas referencias andaluzas y sanluqueñas, no solo en generosos–, Avante Claro es parada obligatoria si queremos una cena algo más formal en la ciudad.

Arroz con bogavante. ©Avante Claro.

Muy cerca, otra magnífica referencia es la de Casa Juan, otro restaurante de mesas vestidas, muy frecuentado por los sanluqueños, donde el arroz de langostinos es casi digno de peregrinaje y donde deberías dejar hueco para el postre con un tocinillo de cielo sublime.

Día 2 - Mañana: El Sanlúcar eclesiástico y conventual

El segundo día invita a subir hacia el Barrio Alto, núcleo histórico donde la espiritualidad y la arquitectura sacra se funden. Aquí, el silencio parece más antiguo y el aire lleva el eco de siglos.

Iglesia de Nuestra Señora de la O, en Sanlúcar de Barrameda. ©Junta de Andalucía.

En lo alto de la colina, la iglesia de Nuestra Señora de la O recibe al visitante con su portada gótico-mudéjar y su torre vigía. Fundada en el siglo XIV, ha sido testigo de nacimientos, bodas e incluso despedidas de exploradores que partían hacia tierras desconocidas. Su interior guarda un retablo mayor barroco de gran valor artístico.

Parroquia de Santo Domingo. ©Turismo de Sanlúcar de Barrameda.

Muy cerca, en la misma trama de calles empedradas, se encuentra el convento de las Carmelitas Descalzas, fundado en 1655, que dejó de alojar religiosas en el año 2019, pero cuyos muros y legado aún impresionan a todo el que se acerca,

Otro enclave imprescindible es la iglesia de Santo Domingo, levantada en el siglo XVI y reformada posteriormente. Su fachada sobria contrasta con la amplitud de su interior, que sirve de refugio para imágenes muy queridas por los sanluqueños. Suele acoger actividades culturales y conciertos de música sacra, lo que realza aún más su atmósfera serena y recogida.

Fachada del convento Regina Coeli. ©Turismo de Sanlúcar de Barrameda.

Para una visión más didáctica de la vida religiosa local, el monasterio de Regina Coeli ha sido reconvertido en un museo. Con una entrada asequible, permite recorrer antiguas dependencias monásticas y descubrir piezas de arte litúrgico. Un pequeño claustro invita a la pausa y la contemplación, alejados del bullicio del centro.

Antes de almorzar, conviene asomarse al mirador natural del Barrio Alto. Desde allí se obtiene una panorámica espléndida del estuario, del trazado urbano de Sanlúcar y de la silueta de Doñana al fondo. Es el lugar perfecto para detenerse unos minutos y saborear el paso del tiempo, antes de bajar hacia la zona centro para almorzar en alguno de los restaurantes tradicionales del entorno.

Comida: el idilio de Casa Bigote

Fernando Hermoso, al pie del cañón, segunda generación de Casa Bigote.

Si se piensa en el gran templo de los langostinos de Sanlúcar se tiene que ir, irremediablemente, a Casa Bigote. Aquí llevan sirviendo marinería desde el año 1951 y aún hoy, en manos de la misma familia, sienten devoción por Sanlúcar, por su manzanilla y por sus langostinos.

Langostinos a la plancha. ©Casa Bigote.

Con el tiempo, el negocio ha crecido y evolucionado, no siendo solo la taberna original, sino también un restaurante con todas las de la ley. El ambientazo, evidentemente, es el de la taberna, pero el restaurante no lo desmerece.

Langostinos cocidos. ©Casa Bigote.

Si la temporada lo permite, no dudéis en pedir langostinos, la sopa de galeras y el revuelto de ortiguillas –o las ortiguillias fritas–. Con esos mimbres, solo el cielo es el límite. Mariscos, pescados, algunos guisos marineros y una predilección por el atún rojo también contribuyen a que las mesas de Casa Bigote estén entre las más demandadas de toda Andalucía en verano. Y eso son palabras mayores.

Día 2 - Tarde: Palacios, historia y nobleza

Las Covachas de Sanlúcar de Barrameda. ©Junta de Andalucía.

La tarde se reserva para el esplendor civil de Sanlúcar, un legado de casas nobiliarias, jardines románticos y edificios institucionales. El Castillo de Santiago, construido en el siglo XV por los duques de Medina Sidonia, se alza como centinela de la ciudad. Su interior alberga una exposición sobre la historia de la villa y una torre con vistas privilegiadas al río y al parque. La visita cuesta unos 8 euros y puede realizarse con guía o por libre.

También en el Barrio Alto vamos a encontrar una reminiscencia del carácter mercante de la ciudad como son las Covachas, una singular galería cubierta que sirvió como lonja de mercaderes desde el siglo XVI.

Detalle del Palacio de Orleáns, actual ayuntamiento. ©Junta de Andalucía.

A pocos pasos, el Palacio de Orleans-Borbón, antigua residencia de los duques de Montpensier y actual sede del Ayuntamiento, deslumbra por su eclecticismo arquitectónico y sus jardines, repletos de especies exóticas. Se pueden visitar algunos salones previa reserva, y merece la pena pasear por sus senderos sombreados, donde aún parece flotar el espíritu de la alta sociedad del XIX.

El Palacio de Medina Sidonia. ©Turismo de Sanlúcar de Barrameda.

La ruta continúa hacia el Palacio de Medina Sidonia, que funciona como archivo histórico, biblioteca y hospedería. Sus estancias conservan el esplendor de una de las casas nobiliarias más influyentes de Europa. Las visitas guiadas permiten acceder a su patio porticado, su jardín interior y a una colección documental de valor incalculable. Conviene consultar horarios y reservar con antelación.

Más allá de los palacios, el Archivo Histórico Municipal y el centro cultural La Victoria completan la oferta patrimonial. Allí suelen organizarse exposiciones temporales, ciclos de conferencias y otras actividades culturales que enriquecen el conocimiento de la historia sanluqueña.

Plaza del Cabildo. ©Turismo de Sanlúcar de Barrameda.

Para concluir el día, nada mejor que regresar al centro y dejarse llevar por la luz dorada del atardecer. Una copa de manzanilla en una terraza de la plaza del Cabildo o junto a la iglesia de la O puede ser el broche perfecto. Sanlúcar se despide con el sabor de lo vivido y el deseo de volver, como si el mar, el vino y la historia conspiraran para que el viajero nunca se marche del todo.

Cena: al centro… de la mesa

Tiradito de lubina. ©El Espejo.

Un buen par de referencias a las que echar el guante en Sanlúcar si, de nuevo, queremos buscar algún restaurante para sentarnos, van a aparecer en el centro de la localidad como sucede con El Espejo, regentado por el chef Javier Fernández Tallafigo, y que además de sala también tiene una potente zona de barra y la posibilidad de comer en un auténtico patio andaluz del siglo XVIII.

Un tesoro donde se trabajan mariscos y pescados del día y que, también, ofrece menú degustación en uno de esos restaurantes que saben adaptar el producto a guiños algo más modernos.

Torta de Inés Rosales con atún de almadraba. ©Entrebotas.

Divertida, porque también tienen jaleo con música en directo y posibilidad de copas después, es Entrebotas, el otro 'establecimiento' que Bodegas Hidalgo tiene en el centro de Sanlúcar y donde comer al fresco que rezuma de esta catedral del vino andaluz. Un planazo para todos los públicos donde el pescado y el marisco son los protagonistas de una carta que es, también, fácil de compartir.

Imágenes | ©Turismo de Sanlúcar de Barrameda / Junta de Andalucía / Bodegas Barbadillo / Entrevotas

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