Nobiliario, teresiano y sabroso: el pueblo de Salamanca a orillas del Tormes que conjuga gastronomía e historia

Alba de Tormes es una escapada perfecta a apenas 20 minutos de la capital en la que sorprenderse con su legado religioso y con su buena mesa

Jaime de las Heras

Editor Senior

Cuando hablamos de visitar la provincia de Salamanca, lo habitual es pensar en su capital. La ciudad, con su catedral imponente, la universidad histórica y las piedras doradas que brillan con la luz del atardecer, suele concentrar todas las miradas. Salamanca eclipsa. 

Su peso monumental, literario y cultural es tan grande que a veces nos hace olvidar que más allá de ella hay una provincia llena de tesoros. Sin embargo, caer en ese error es fácil de subsanar: basta con alzar la vista al mapa y empezar a descubrir.

Porque Salamanca no es solo Salamanca. Es también Ciudad Rodrigo, con sus murallas intactas y su aire fronterizo. Es La Alberca, uno de los pueblos más bonitos de España, con sus balcones floridos y su arquitectura tradicional serrana. Es Béjar, con su legado textil y su entorno natural. 

Es Mogarraz, con sus rostros pintados en las fachadas que parecen contar historias detenidas en el tiempo. Y es, por supuesto, Alba de Tormes. Esta última localidad, a orillas del río Tormes, tiene algo especial: reúne en apenas unos kilómetros cuadrados un pasado nobiliario brillante, un fervor religioso vinculado a Santa Teresa de Jesús y una tradición gastronómica que conquista a quien la visita.

Vista aérea de Alba de Tormes. ©Turismo de Castilla y León.

Alba de Tormes está situada a poco más de veinte kilómetros al sureste de Salamanca. Su cercanía a la capital la convierte en una excursión perfecta para quienes desean ampliar la experiencia salmantina. Pero Alba no es solo un complemento a la ciudad universitaria. 

Tiene entidad propia, una historia densa y un alma que se palpa en sus calles, en sus iglesias, en sus platos y en su gente. El pueblo creció al amparo del río y bajo la influencia de dos pilares: la Casa de Alba, que le dio nombre y poder, y Santa Teresa de Jesús, que le confirió un aura espiritual que aún perdura.

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Qué ver en Alba de Tormes (Salamanca)

El pasado nobiliario de Alba de Tormes se remonta a la Edad Media, aunque su esplendor llegó con los duques de Alba. La Casa de Alba convirtió esta localidad en un centro de poder político y económico. El castillo que aún se levanta sobre el pueblo, aunque parcialmente en ruinas, recuerda aquellos tiempos de esplendor.

Panorámica de Alba de Tormes vista desde el río. ©Turismo de Castilla y León.

Desde su torre del homenaje se tienen unas vistas magníficas del río y del caserío, y visitar sus estancias es viajar a una época de cortes, alianzas y batallas. El linaje de los Alba dejó huella en la arquitectura y en el urbanismo de la villa, en sus palacios, conventos e iglesias, muchos de los cuales todavía conservan escudos heráldicos que atestiguan su antiguo dominio.

Pero si hay un nombre que resuena con más fuerza que el de ningún noble, ese es el de Teresa de Jesús. Santa Teresa murió en Alba de Tormes en 1582 y allí se conserva parte de su cuerpo incorrupto en el convento de las Carmelitas Descalzas. Este lugar es uno de los grandes centros teresianos de España. 

Miles de peregrinos lo visitan cada año para contemplar el brazo y el corazón de la santa, reliquias que causan tanta devoción como curiosidad. Además, el Museo Carmelitano y la iglesia de la Anunciación ayudan a entender la profunda relación entre la mística abulense y esta localidad. Alba, para muchos creyentes, es un lugar sagrado, casi tanto como Ávila.

El tercer pilar que sostiene el encanto de Alba de Tormes es su gastronomía. Aquí se come bien, muy bien. La tradición charra se mezcla con el sabor propio del Tormes y de la Tierra de Alba. Entre los platos más representativos está el hornazo, esa mítica empanada rellena de embutido, típica de toda Salamanca pero que en Alba se prepara con un toque dulce particular. Además de algunas antiguas recetas de pesca de río, importantísimo en el pasado.

Iglesia de San Juan, en Alba de Tormes. ©Turismo de Castilla y León.

También destacan los embutidos de la zona, como el chorizo o el lomo, y por supuesto los dulces conventuales. Las monjas carmelitas del Monasterio de la Anunciación de N.ª S.ª del Carmen elaboran dulces que son auténticos tesoros: pastas de almendra, yemas, bizcochos y otras delicias que siguen recetas centenarias, pero no son las únicas, como también sucede con las benedictinas del Monasterio de Santa María de las Dueñas, donde comprar dulces in situ. Además de otras confiterías, no monacales, como Pastelería Teresiana, un clásico abierto en el siglo XIX y que aún hoy permanece vigente. 

Visitar Alba de Tormes implica dejarse llevar por sus callejuelas, cruzar el puente romano, entrar en sus iglesias y conventos, asomarse al Tormes desde sus miradores. La basílica inacabada dedicada a Santa Teresa de Jesús es otro de sus grandes atractivos. 

Aunque las obras nunca se terminaron, su estructura monumental permite imaginar lo que pudo haber sido: un templo grandioso dedicado a la santa que tanto quiso esta villa. También merece la pena acercarse al Museo de Alfarería, que muestra la tradición ceramista de la zona, y pasear por los restos de la muralla medieval.

Basílica neogótica de Santa Teresa, en Alba de Tormes. ©Turismo de Castilla y León.

La mejor época para visitar Alba de Tormes es en otoño, cuando los colores del campo se tornan dorados y el río refleja la melancolía de la estación. Pero también en primavera, con la floración de los almendros y un clima amable que invita a caminar. En octubre se celebra la fiesta de Santa Teresa, un momento perfecto para descubrir el alma de este lugar en su máxima expresión: procesiones, ferias, mercados, teatro, música y tradición popular llenan las calles durante varios días.

En definitiva, Alba de Tormes es un destino que combina lo mejor del patrimonio, la espiritualidad y la cocina tradicional. Un lugar que ha sabido fraguar su identidad entre la piedra noble de la Casa de Alba y el fervor místico de Santa Teresa. Un rincón de Salamanca que no vive a la sombra de su capital, sino que brilla con luz propia.

Imágenes | Turismo de Castilla y León

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