Rey de tallarines

El otro día fue el cumpleaños de mi amiga Sara y nos quería invitar a comer en un restaurante chino. ¡Qué mejor ocasión para conocer el famoso Rey de Tallarines!. Así que llamamos para hacer una reserva y ayer domingo fuimos a comer.

Lo primero que sorprende del restaurante es su decoración, ya que está lleno de azulejos formando mosaicos en diferentes tonos azules. Antiguamente era una marisquería, y todavía conserva la ambientación original, con sus mesas pequeñitas y metálicas, con mosaicos bajo el cristal. De hecho si vas a un restaurante solo por la decoración o por la comodidad, este no es tu lugar.

Lo de hacer la reserva no sirvió de nada, porque nos pusieron la primera mesa que pillaron y la montaron cuando llegamos, pero por la comida el sitio merece la pena. A la vista de todo el mundo, el cocinero prepara la masa (de ahí el nombre) y forma los tallarines. Sinceramente, es digno de ver y mucho más de comer. Nosotros llegamos justo al final cuando ya había preparado la remesa de tallarines para el servicio del mediodía, pero si buscais por la red podeis encontrar vídeos muy chulos.

Su carta está dividida en dos partes: menús degustación con un poco de cada plato tradicional o bien platos que nos podemos encontrar en cualquier restaurante asiático, aunque con un toque diferente, más real.

De entrantes pedimos unos wan tung fritos, nada que ver con los que se piden en otros sitios que tienen porciones minimas de carne, estos parecían unas empanadillas; un rollo de primavera ( que en realidad sirven tres pequeños por ración), y unas empanadillas al vapor. Cabe destacar que traen una selección de empanadillas variadas: de carne, verduras, carne y verduras y pescado, sobre hojas de plátano.

Merece especial atención el pato a la pekinesa. Que aunque no venía preparado como en algunos restaurantes, es el mejor pato que he comido, jugoso y tierno y sobre todo nada deshecho.

Mi amiga es muy amante del marisco y decidió pedir unas Gambas rebozadas. Como podeis ver en la foto, estaban doradas y os aseguro que muy crujientes. Y me gustó mucho el detalle de acompañarlas con pimienta y un poquito de curry, ya que le daba un toque muy rico.

Y por supuesto, pedimos los renombrados tallarines. Tienen una amplia variedad, pero nos decantamos por los fritos con verduras y los de pollo al curry. Me encantó ver la pasta tan desigual, que demostraba su carácter artesano y que tenía un sabor inmejorable.

Una cosa que no me gusto nada en absoluto de el Rey de Tallarines es que te tren los platos según salen de cocina sin orden ni concierto y las fotos pueden ser un ejemplo de lo que digo. De todas formas es una buena opción para los amantes de los restaurantes chinos, pero no encontrareis un sitio ni muy cómodo ni propicio para una buena sobremesa. Sin embargo, es uno de esos pequeños locales que conserva su encanto y que debería estar en la mente de los aficionados a la buena mesa.

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