Suena vasco, pero es una de los pueblos más tranquilos y encantadores de toda Lanzarote

Cuando escuchas Arrieta, quizá pienses más en un apellido vasco o navarro que en un nombre típicamente canario. En las Islas Canarias acostumbramos a toponimia como Yaiza, Timanfaya, Teguise o Tinerfe, nombres que evocan volcanes, valles y paisajes milenarios de origen prehispánico.  

Sin embargo, en Lanzarote hay un pequeño pueblo cuyo nombre suena diferente, distinto, casi sugerente, y esa diferencia es parte de su encanto. Arrieta no debe confundirse con otros lugares llamados igual en España, porque aquí estamos hablando de un rincón singular del archipiélago canario, uno de los pueblos más tranquilos y discretos de toda la isla de Lanzarote. A pesar de su tamaño, guarda una historia curiosa y una identidad propia, marcada por la pesca, la tradición y una paz que invita a quedarse. 

Este enclave costero nació como un fondeadero de pescadores, un lugar donde pequeñas embarcaciones buscaban resguardo en tiempos antiguos. El nombre de Arrieta no proviene de ninguna raíz canaria indígena, sino que tiene que ver con la conquista de Lanzarote en 1402 y con una figura medieval vinculada a ese proceso. 

En aquel momento, en el séquito de Don Juan de Bethencourt, el conquistador normando, viajaba Arriete Perdomo, un hidalgo francés que desembarcó por la zona que hoy conocemos como la playa de La Garita. Su llegada y su presencia fueron tan relevantes que el paraje pasó a llamarse desde entonces Rada de Arriete, y con el paso del tiempo ese nombre evolucionó hasta convertirse en el de todo el pueblo. 

Arrieta está situada al norte de la isla de Lanzarote, en el municipio de Haría, que es el más septentrional del territorio canario. La localidad se asienta en la costa del océano Atlántico y ha sido desde sus orígenes un pueblo ligado al mar y al marisqueo. 

Hoy en día su población ronda alrededor de 900 habitantes, aunque en temporada alta, especialmente durante el verano, ese número puede multiplicarse varias veces debido al turismo que atraen sus playas y su ambiente relajado. 

Una de las características principales de Arrieta es su tranquilidad absoluta. Aquí no hay aglomeraciones, grandes complejos hoteleros ni ruidos nocturnos. El pueblo mantiene ese aire sosegado propio de las antiguas villas de pescadores, con sus calles estrechas y casas blancas que miran al mar. 

Los vecinos aún conservan costumbres ligadas a la pesca, y algunas mañanas se puede ver cómo descargan su pesca diaria al amanecer, justo cuando el día empieza a despuntar en el horizonte atlántico.

Arrieta representa ese tipo de lugar que enamora por su sencillez y por su conexión con la naturaleza. Aquí el protagonista no es un monumento grandioso, sino el ritmo del agua, la luz del amanecer y el susurro de las olas.

El elemento que más destaca en Arrieta es su playa principal, la Playa de La Garita, una franja de arena dorada que se extiende por unos 800 metros a lo largo de la costa. 

A diferencia de muchas playas de Lanzarote, dominadas por arena volcánica o rocas, La Garita tiene arena clara y aguas tranquilas, lo que la convierte en un lugar perfecto para nadar, pasear o simplemente sentarse a contemplar el océano. También hay otra pequeña zona conocida como El Charcón, ideal para baños más íntimos o para observar el paisaje.

Además de la playa, pasear por Arrieta significa descubrir detalles encantadores como la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, que resalta por su sencillez en medio del pueblo, y la famosa Casa Juanita o Chalet de Arrieta, una edificación singular construida en 1916 con una historia entrañable. Esta casa destaca por sus colores y diseño distinto al blanco habitual de la arquitectura canaria, y hoy es uno de los puntos más fotografiados del lugar. 

Imágenes | Hola Islas Canarias 

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