¿Una estrella Michelín? No, gracias

Es la máxima distinción a la que puede aspirar un restaurante; ser tocado por la punta de una estrella Michelín da prestigio pero también obliga a mantener un estándar de calidad que en algunos casos compromete y puede originar más de un apuro. Eso es lo que le ha pasado al restaurante francés Le Lisita, propiedad de Olivier Douet et Stéphane Debaille, que tras recibir una estrella en 2006, cinco años después han tenido que recapitular para reconocer que les es imposible mantener ese nivel de exigencia, pasando a reconvertir el negocio en una brasserie, una fórmula que funciona con éxito en su segundo restaurante L'Annexe.

En su página web se puede leer: a partir del martes 21 de junio de 2011 el restaurante Le Lisita una estrella Michelín, cesa en su actividad para dejar paso a "Tendances Lisita Restaurant", en un estilo Brasserie. La decisión no ha debido ser fácil pero resulta honesta y realista, hecha quizá a tiempo, antes de llevar el negocio a la ruina.

El restaurante, situado en Nimes, deja de un lado el oropel que confiere la distinción para aventurarse en un nuevo camino más sencillo, sin ataduras ni condicionantes, prefiriendo un estilo discreto y olvidando ambiciosos proyectos hoteleros e inversiones que aseguraran la sostenibilidad del negocio. No dan la espalda a Michelín, a cuyos responsables han comunicado su decisión alegando sus razones y dejando la puerta abierta a un nuevo empeño que merezca la distinción, pero en un momento y ubicación más adecuados.

Puede que hayan encontrado la fórmula del éxito y dentro de esta triste renuncia se halle también una esmerada o casual campaña de marketing. ¿Quién se va a resistir a probar la cocina de un local que ha demostrado tener un gran nivel una vez rebajado su rango de precios a veinticinco o treinta euros el menú? Quién tuvo retuvo, dicen mis mayores.

Vía | El Comercio Imagen vía | ViNull en Flickr En Directo al Paladar | Séptima estrella Michelín para Berasategui

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