Una tienda de Tarragona vende cajas de Amazon a 15 euros el kilo sin saber qué hay dentro. La experiencia combina azar, consumo y mucha ironía
Abrir un paquete suele generar expectación, pero hacerlo sin tener la menor idea de lo que hay dentro ya pertenece a otra liga. En Tarragona, una tienda en la zona comercial del entorno de Carrefour llamada Suerte Mj SL, ha convertido la incertidumbre total en reclamo de consumo: cajas sorpresa de Amazon (aparentemente, devoluciones) que se venden a 15 euros el kilo.
Ni catálogo, ni descripción de producto; aquí lo único seguro es el peso y la frase con la que te despiden en caja: “suerte”. El concepto es sencillo y perverso al mismo tiempo. Seguramente, se trata de dar salida a todo aquello que los clientes de Amazon han rechazado: productos devueltos que nunca volvieron al circuito habitual.
La tienda los agrupa en cajas cerradas y los coloca a disposición del comprador dispuesto a pagar por un contenido que puede oscilar entre lo inútil absoluto y la ganga inesperada.
Ruleta rusa
Los testimonios que circulan en redes muestran la naturaleza de estos tesoros ocultos. Hay quien se lleva a casa pegatinas para el interior de un Lancia de los 90, quien descubre un mando universal para una televisión que con suerte sigue existiendo, y quien, con más suerte, da con una cámara de fotos en perfecto estado. Es la ruleta rusa del consumo moderno: del chasco monumental a la alegría improvisada.
Lo fascinante es la manera en la que este fenómeno ha captado la atención en TikTok, donde cada "unboxing" se convierte en contenido viral. Las risas, las decepciones y las sorpresas se reproducen en bucle, mostrando que lo importante no es tanto el valor del producto como la adrenalina de abrirlo.
El azar funciona como espectáculo, y el público disfruta tanto del fracaso como de la suerte ajena. Los detractores señalan que esta moda es, en el fondo, un truco para deshacerse de basura tecnológica y restos invendibles.
Un surtido de "chuminadas"
Es el caso de Mari Carmen, una mujer que comparte en redes cómo decide gastarse 30 euros en un paquete sorpresa y el resultado es un surtido de "chuminadas", tal como dice su hija, empezando por un paquete de artículos de decoración para un cumpleaños infantil, un bañador de hombre y un mando a distancia, una base de mármol rota, así como un artículo hinchable que no saben exactamente qué es.
¿Chatarra que nadie quiere?
Comprar un kilo de cajas a ciegas equivale, según estos, a pagar por la chatarra que nadie quiere. Y no les falta razón: la probabilidad de toparse con un objeto inútil es bastante mayor que la de hallar un tesoro escondido. La desconfianza lógica convive con la emoción del riesgo.
Sus defensores, en cambio, lo interpretan como un juego, una especie de versión adulta de la feria, donde en lugar de un peluche uno se lleva un cargador de móvil sin cable.
Estos aseguran que el precio bajo compensa la apuesta y que, en tiempos de consumo desechable, darle una segunda vida a estos objetos rechazados tiene incluso un punto de sostenibilidad. La apuesta divertida se convierte en argumento a favor.
Foto | Montaje
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