Ni en la encimera ni en bolsas de plástico: el sencillo truco para conservar las uvas de Fin de Año sin que se estropeen

El gesto clave para aprovechar las uvas que sobran tras Nochevieja y mantenerlas firmes y frescas durante más días

Joana Costa

Editor

En muchos hogares, las uvas son uno de esos productos que se compran con generosidad para Nochevieja y que, pasado el brindis de medianoche, suelen quedarse olvidadas en la nevera o en un frutero que ya no mira nadie. El problema llega días después, cuando aparecen blandas, con sabor apagado o directamente estropeadas. No es mala suerte: en muchos casos es una cuestión de cómo se conservan.

Lo habitual es guardarlas en la encimera, en la nevera tal cual, dejarlas en la bolsa de plástico del supermercado o pasarlas sin más a un cuenco en la cocina. Ninguna de esas opciones es la más adecuada si se quiere alargar su vida útil. Las uvas son una fruta delicada, con alto contenido en agua, que sufre mucho con la humedad mal gestionada y la falta de ventilación.

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Un error común

El error más común es mantenerlas cerradas en bolsas de plástico. Ese entorno favorece la condensación, acelera la aparición de moho y hace que los granos se reblandezcan antes de tiempo. Tampoco la despensa es un buen lugar: el calor y la falta de frío acortan su frescura, incluso aunque a simple vista parezcan intactas.

El truco más sencillo y eficaz pasa por la nevera, pero no de cualquier manera. Las uvas se conservan mejor en un recipiente rígido, preferiblemente de vidrio o plástico duro, sin tapa hermética. La clave está en permitir que circule el aire y evitar la humedad acumulada, dos factores decisivos para que no se estropeen.

No lavarlas antes de guardar

Antes de guardarlas, conviene revisarlas con calma. Hay que retirar cualquier grano dañado o blando, porque uno solo en mal estado puede acelerar el deterioro del resto. Como en otras frutas sensibles a la humedad, es recomendable lavarlas antes de almacenarlas: la humedad residual favorece el moho. Lo ideal es lavarlas justo antes de consumirlas.

Colocadas en una capa suelta dentro del recipiente y situadas en el cajón de las frutas de la nevera, las uvas pueden mantenerse en buen estado durante varios días, incluso más de una semana. El frío ralentiza el proceso de maduración y la ventilación evita que se cuezan en su propio vapor.

Otro detalle que marca la diferencia es no separar los granos del racimo hasta el momento de comerlos. Mientras permanecen unidos al tallo, se conservan mejor y pierden menos jugo. Desgranarlas antes de tiempo acelera su deterioro, aunque resulte más cómodo.

Este pequeño gesto resulta especialmente útil después del Fin de Año, cuando las uvas sobran de las compras de fin de año y apetece aprovecharlas: en desayunos, acompañadas simplemente de queso, en ensaladas o como postre ligero. Bien conservadas, siguen estando dulces, firmes y frescas durante más tiempo, sin necesidad de trucos complicados ni envases especiales.

Fotos | Pexels

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