Turquía finalmente renuncia al döner kebab. Decenas de miles de personas en Europa respiran aliviadas

Turquía ha retirado su intento de imponer unas reglas concretas de elaboración de un plato que mueve millones de euros al año

Liliana Fuchs

Editor

La guerra del döner kebab que enfrentaba a Turquía y Alemania ha llegado a su fin. Ha sido el país otomano, que solicitó el año pasado a la Comisión Europea la obtención del estatus 'Especialidad Tradicional Garantizada' para el döner, quien ha retirado la misma, abandonando su intento de imponer sus propias reglas.

Las autoridades turcas argumentaron entonces que el döner kebab era un plato nacional tradicional de su país, cuyo origen, la forma de cocinar la carne en un asador vertical, se remonta a varios siglos atrás. El concepto de döner está precisamente ligado a esa técnica ancestral de cocción, y ha sido a través de la inmigración como se ha ido extendiendo por toda Europa.

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Pero el döner kebab que se originó en las calles berlinesas ha evolucionado de tal modo que ya es muy diferente al original turco, cobrando una vida propia que además se ha popularizado enormemente en todo el país, y también en casi toda Europa. Alemania se opuso oficialmente a la petición turca de proteger un supuesto método de elaboración original, afirmando que su versión ya era parte de su cocina nacional propia.

Más de un año más tarde, Turquía ha terminado renunciando a sus intentos tras encontrar una fuerte oposición entre los países de la UE, pues no se trata solo de una cuestión cultural. Imponer unas normas específicas habría supuesto una debacle económica para decenas de miles de personas, con millones de euros en juego.

Como recoge la BBC, según la Asociación de Fabricantes Turcos de Doner en Europa (ATDID) hay unas 60.000 personas trabajando en esta industria, produciendo alrededor de 400 toneladas de kebab al día. Las ventas anuales generan unos 3.500 millones de euros en toda Europa; 2.400 millones de euros solo en Alemania, donde viven más de 1,5 millones de ciudadanos turcos, y aproximadamente la misma cantidad de alemanes de ascendencia turca.

De haber logrado tramitar con éxito su petición ante la Comisión, Turquía habría impuesto unas normas muy específicas para la elaboración del döner, lo que habría obligado a decenas de miles de negocios a cambiar sus ingredientes, técnicas y recetas; no solo hubiera supuesto un cuantioso gasto, también se habría perdido la fidelidad del cliente europeo, acostumbrado a la multitud de variantes del döner que existen hoy por todo el continente.

Imagen | Unsplash/Daniel Lloyd Blunk-Fernández

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