Liliana Fuchs
EditorEra tan solo un pequeño quiosco plagado de pegatinas en un rincón cualquiera en mitad de una calle berlinesa, pero generaba colas kilométricas cada día. El puesto de Mustafa's Gemüse Kebab, abierto hace 20 años, se había convertido en toda una atracción turística por la que valía la pena esperar más de una hora de cola, pero esta semana ha bajado para siempre su persiana. Aunque en realidad no se ha ido muy lejos.
En la misma calle, a unos cuantos metros de distancia y en la acera de enfrente, turistas y clientes habituales pueden seguir saciando su apetito ahora en un local más grande, con cocina de verdad y mejores instalaciones. Pero la mudanza no ha sido por gusto de su propietario, Tarik Kara, sino por obligación del distrito.
El quiosco original, convertido ya en un icono del paisaje urbano berlinés, se encontraba en medio del llamado Dragoner-Areal, cuyo inminente plan de reforma urbanística impedía que mantuviera su actividad. Hoy amanece ya cerrado y con aspecto desangelado, como si llevara abandonado años, pese a que hace apenas unos días bullía de actividad con su legión habitual de clientes dispuestos a aguantar las larguísimas colas, ya fuera verano o una noche helada de invierno.
Kara tuvo suerte de encontrar en la misma calle Mehringdamm, en un local que había pasado por varios negocios en los últimos años. Aunque los propietarios del edificio no venían con buenos ojos que se instalara un restaurante de kebab, por las molestias que suelen generar en cuanto a humo, olores y afluencia de público, el empresario logró convencer a los vecinos comprometiéndose a instalar una campana extractora y a mantener las aceras despejadas.
Tres meses de negociaciones después, el pequeño puesto de Mustafa's Gemüse se trasladaba a un local mucho mejor acondicionado, aunque perdiendo el encanto del snack bar original. Según cuenta Kara al Morgen Post, la mudanza le ha salido muy cara, pues el alquiler del nuevo local es 70 veces más caro que lo que le costaba mantener su primer negocio. Eso sí, ahora el ritmo de trabajo es mucho más fluido, cómodo y eficiente, con una amplia cocina donde los empleados pueden preparar todos los platos de la escueta carta in situ -antes tenían que hacerlo en un sótano cercano- y cuentan con un gran almacén.
Pese a contar con más espacio, Kara se mantiene firme en la idea original de su primer puesto: comida callejera para llevar, nada de ofrecer asientos en el local. Al menos, de momento.
Imágenes | Mustafa's Gemüse Kebab - Flickr/FrugalGlutton
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