Coup de coeur

Creo que la primera vez que escuché el término coup de coeur fue a alguien que hacía referencia a que había oído hablar de tal sensación en una revista francesa de vinos. Si bien el término me era totalmente desconocido, no lo era tanto la sensación que se definía con la gala nomenclatura. La traducción al castellano sería golpe de corazón.

El coup de coeur hace referencia a una sensación cuasi-espiritual no es sólo algo físico (que lo es) si no también químico, es como una especie de tsunami que agita el alma de la persona que lo percibe.

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El coup de coeur es una sensación extravagante, de muy difícil definición, encontrar las palabras con las que interpretarlo no resulta nunca fácil, ya que las sensaciones percibidas son totalmente diferentes para unas personas y otras. Para algunos (los más impresionables) evoca una serie de sensaciones próximas a las percibidas durante el primer amor, ese que se desarrolla de manera totalmente desbocada y que hace que la sóla presencia de esa persona amada se perciba como un vuelco al corazón.

Para otros (los más espirituales) es lo más próximo que existe en la tierra al Nirvana, es el cúlmen de ciertas doctrinas dármicas, la esencia pura del karma como retribución a no una, si no a varias vidas dedicadas íntegramente al bien.

Para algunos (los más aventureros) es el equivalente a la montaña rusa más grande que se pudiera construir, utilizando como base para su plataforma el mismísimo Himalaya.

Para aquellos (los más viciosos) es como una inyección de adrenalina, un chute de energía y vitalidad que reactiva todas y cada una de las sensaciones nerviosas de nuestro cuerpo.

Para estos (los más malpensantes) es aquello que si de vez en cuando probara Tiger Woods, seguro que se dejaba de tanta pasión secundaria y tanto vicio insano.

La mayoría de las veces el coup de coeur se percibe sin ser consciente de ello, sin contar con que esa posibilidad se pueda manifestar, es más, ocurre muy a menudo que ciertos vinos que creemos que nos van a otorgar ese elevado estado de sensibilidad, pues una vez que lo tenemos a nuestro alcance, no consiguen conmovernos con esa intensidad que esperábamos y la sensación de frustración es tremendamente decepcionante. Es por eso que el coup de coeur tiene mucho de platónico, mucho de idílico, igual que ocurre con ciertas relaciones personales.

También deberíamos de tener en cuenta que el coup de coeur, tiene muchos rasgos de idealización, es una situación irrepetible, así que si conseguimos alcanzarla, lo mejor es no volver a probar ese vino. No sería inteligente intentar repetir esas sensaciones alcanzadas sencillamente porque el coup de coeur es irrepetible. Ocurre que en ocasiones acudimos a un caldo determinado intentando revivir esas impresiones y nos encontramos con un producto totalmente diferente al que teníamos en mente.

Por si no queda lo suficientemente claro, he de explicarles que el coup de coeur es la capacidad que tienen ciertos vinos de conmovernos de una manera especial, de una manera muy por encima de la calidad del producto. El coup de coeur no es sólo la suma de diversas características organolépticas concretas, se debe a diferentes factores que van a multiplicar las sensaciones percibidas infinidad de veces, la situación, la compañía, el momento.

La última vez que el que suscribe percibió un coup de coeur fue con un producto del Bierzo con nombre de tonadillera, un mencía emblemático de precio obsceno y añada mítica, del cual, cada vez que recupero en mi memoria, acude su recuerdo llenándome los ojos de agua, y es que, en el fondo uno es un sentimental.

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