Si no queremos renunciar a la comodidad que suponen este tipo de pizzas, hay algunos trucos que podemos seguir para mejorarlas
No voy a venderos la moto. Es imposible que una pizza congelada esté igual de rica que una casera. Y es que, el elemento más importante de una pizza, que no es otro que la masa, es difícilmente modificable.
Ahora bien. De un tiempo a esta parte, si bien la masa de las pizzas congeladas –al menos de algunas marcas– han mejorado bastante, siguen sin hacerlo los ingredientes, que en general suelen ser un truño. Y es que el salami cutre y los champiñones de lata campan a sus anchas.
Por eso, una buena opción, si no queremos renunciar a la comodidad que suponen este tipo de pizzas, pasa por elegir variedades con pocos ingredientes, que vamos a tunear en casa.
No es fácil encontrar margaritas, pero sí algunas que llevan solo tomates cherry y mozzarella, a los que podemos añadir verduras frescas o embutidos de mayor calidad. También podemos añadir nosotros más queso, que tampoco suele ser ninguna maravilla, y mejorar la mezcla con especias a nuestro gusto.
Dado que las pizzas congeladas requieren un tiempo de horneado mayor de lo que tardan en cocinarse la mayoría de ingredientes, lo ideal es echar cualquier añadido a mitad del cocinado, para que quede bien hecho, pero no se chamusque. Si la pizza es fresca, puedes añadirlos desde el inicio de la cocción. Aunque hay que decir que, en general, las pizzas refrigeradas suelen ser bastante peores que las congeladas.
Tras el horneado, también podemos mejorar nuestra pizza con algunos toques finales. Hay muchos ingredientes que en Italia se echan siempre al sacar la pizza del horno y son los mismos que pueden mejorar notablemente una pizza precocinada. Anchoas, rúcula, un chorrito de miel, ralladura de limón o albahaca fresca son añadidos infalibles.
El cocinado importa
Al margen de añadir otros ingredientes, en las pizzas congeladas influye más de lo que solemos creer el cocinado. Si bien es cierto que son productos diseñados para desembalar y meter en el horno, no siempre siguiendo las instrucciones del paquete se obtienen los mejores resultados.
Aunque cada horno es un mundo, lo cierto es que las marcas de pizzas tienen a recomendar un tiempo de cocinado algo más bajo del que normalmente se necesita. Esto se debe, quizás, a que un tiempo de cocinado mayor ahuyenta a algunos compradores, así que las marcas suelen tirar por lo bajo.
Dejar la pizza el tiempo suficiente ofrece mejores resultados, pero lo verdaderamente decisivo es que cocinemos esta con el horno lo suficientemente caliente. De nuevo, podemos pasar olímpicamente de las instrucciones. Los fabricantes suelen indicar que se cocinen las pizzas a 220º C, que es la máxima temperatura que alcanzan la mayoría de hornos, pero si nuestro horno alcanza más temperatura, probablemente la pizza quede más crujiente.
También es buena idea cocinar las pizzas, ya sean congeladas o refrigeradas, sobre una piedra para el horno, como las que venden para hacer pizzas frescas. Si precalentamos la piedra al encender el horno y colocamos sobre ella la pizza para cocinarla la base quedará seguro mucho más crujiente. En su ausencia, lo mejor es colocar la pizza sobre una rejilla (para permitir que coja más calor por debajo). Si haces esto, recuerda poner en la base una bandeja para no manchar todo el horno.
Imágenes | Iulia Cozlenco/pressahotkey
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