Cuatro plantas que usan quienes tienen casas que huelen mal (y logran que huelan bien sin ambientador)

Estas plantas aliadas decoran, aromatizan y no necesitan enchufe ni recargas

Joana Costa

Editor

Los ambientadores duran lo que un café mal tomado: poco y con efecto limitado. Las velas perfumadas, además de caras, no siempre solucionan el problema. Pero hay algo más eficaz —y más bonito— que cualquier spray de supermercado: plantas aromáticas que perfuman de verdad y sin extras.

En muchas casas el olor no es tanto culpa como acumulación: humedad, cocinas cerradas, textiles que guardan aromas. Justo ahí, las plantas hacen su magia silenciosa. Algunas especies desprenden aceites esenciales de forma natural, llenando el ambiente de un perfume suave y constante y limpio.

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La idea no es convertir el salón en un invernadero tropical ni vivir rodeados de macetas imposibles de cuidar. Basta con elegir bien: cuatro especies que además de ser bonitas, perfuman de manera natural. No prometen milagros, pero sí una mejora clara en la calidad olfativa del hogar.

Jazmín: el clásico que no falla

El jazmín es el favorito de quienes quieren un aroma floral intenso. Sus pequeñas flores desprenden un perfume dulce y penetrante que muchos ambientadores intentan imitar sin éxito. Con buena luz y temperatura templada, florece generosamente y mantiene la casa fresca y perfumada durante semanas.

Romero: fresco y versátil

Además de servir para cocinar, el romero es una planta aromática que perfuma al mínimo roce. Basta pasar la mano por sus hojas para liberar un olor herbal que recuerda al campo. No necesita demasiados cuidados, solo buena luz y riego moderado. Es una planta rústica y funcional.

Gardenia: aroma envolvente

La gardenia es más delicada, pero su aroma compensa cada gota de esfuerzo. Sus flores blancas desprenden un perfume elegante, floral y persistente. Requiere humedad constante y buena luz indirecta, pero cuando florece llena toda la habitación de un olor profundo y suave.

Planta del café: el aroma inesperado

No es la más común, pero la planta de café (Coffea arabica) guarda un secreto: cuando florece, sus flores blancas huelen a café recién hecho. Su aroma es sutil, perfecto para quienes buscan un toque natural sin saturar. Solo necesita luz abundante y riego controlado para mantenerse verde y fragante.

Las plantas no solo purifican el aire: también modifican la percepción de un espacio. No enmascaran olores, los transforman. Y lo mejor es que, a diferencia de un ambientador eléctrico, no suben la factura. Solo necesitan un poco de agua, luz y un lugar donde respirar y perfumar.

Foto | Google IA y Pexels

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