El baño suele ser el espacio más ingrato de la casa: humedad constante, ventilación insuficiente y olores que aparecen cuando menos se esperan desprendidos por toallas húmedas.
No es casualidad que los hongos y el moho (aparte de algunas plagas que adoran la humedad) elijan siempre este lugar como residencia habitual. Sin embargo, la naturaleza tiene un as bajo la manga para equilibrar la balanza.
Hay plantas capaces de sobrevivir en rincones donde otras se marchitarían en cuestión de días. Lo mejor es que no solo decoran: también actúan como filtro natural, absorbiendo la humedad y reduciendo esos olores que hacen que la estancia pierda frescura. Un detalle verde con mucho más impacto del que se imagina.
La especie en cuestión no requiere grandes cuidados, tolera la sombra y se adapta al entorno hostil del baño como si estuviera en su hábitat natural. Así, mientras uno se preocupa por ducharse rápido o ventilar, la planta trabaja en silencio para mantener el equilibrio ambiental. Se trata de la Chlorophytum comosum o cinta.
El gran enemigo de cualquier baño es el moho persistente. Sus manchas negras no solo resultan antiestéticas, sino también poco saludables. Una planta ideal es esta, ya que ayuda a absorber el exceso de humedad, dificultando la aparición de esos indeseables intrusos en paredes y juntas.
Menos olores, más frescura
Además de regular la humedad, esta especie actúa como un purificador casero. Sus hojas contribuyen a reducir los olores desagradables y aportan una sensación de frescura continua, sin necesidad de recurrir a ambientadores químicos que se consumen en semanas.
No todo es función práctica. Su follaje verde y brillante da un aire sofisticado incluso a un baño pequeño. Lo curioso es que su resistencia a la poca luz la convierte en una de las opciones más seguras para quienes no tienen experiencia cuidando plantas.
Un rincón más habitable
Con una maceta adecuada y un riego moderado, la planta se convierte en un recurso sencillo para que el baño deje de ser un espacio hostil. En cierto modo, convierte un lugar funcional en una estancia con un toque natural y acogedor.
Lo más atractivo es que no exige demasiado esfuerzo. Una compra asequible, un riego ocasional y algo de cariño son suficientes para que cumpla su cometido. Es el recordatorio de que a veces lo más simple tiene el mayor impacto en la vida diaria.
Foto | IA
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