Los crisantemos son las flores por excelencia del otoño, pero necesitan unos cuidados que no podemos obviar

Los crisantemos no siempre sobreviven a la temporada con el mismo esplendor

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Joana Costa

Editor

El otoño trae consigo cielos grises y temperaturas más frescas, pero también el color vibrante de los crisantemos. Estas plantas, que llenan balcones y jardines de tonos amarillos, naranjas y púrpuras, parecen fáciles de mantener. 

Sin embargo, muchos aficionados a la jardinería descubren demasiado tarde que no basta con colocarlas en una maceta y regarlas de vez en cuando. Cuidar un crisantemo implica comprender sus necesidades particulares, que cambian según el clima, el suelo o incluso la maceta elegida. 

Un error mínimo puede acortar su vida útil o reducir su floración. La buena noticia es que todos los fallos más habituales tienen solución, siempre que se detecten a tiempo.

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Plantarlos demasiado tarde 

Uno de los errores más comunes es esperar al último momento para plantarlos. Si se colocan en tierra a finales de otoño, no tienen tiempo suficiente para enraizar bien antes del frío intenso. La clave está en hacerlo a finales de verano o principios de otoño, cuando el suelo aún conserva calor.

Elegir macetas pequeñas 

Un recipiente reducido limita tanto el desarrollo de raíces como la capacidad de retener agua. Los crisantemos necesitan espacio para crecer y mantener su frondosidad. Lo recomendable es optar por macetas amplias o trasplantar las plantas que compres en vivero a un contenedor mayor cuanto antes.

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Regar en exceso o por defecto 

El agua es otro punto delicado. Los crisantemos no soportan ni el encharcamiento ni la sequía prolongada. El truco es mantener la tierra húmeda, pero nunca empapada. Un drenaje correcto es esencial para evitar que las raíces se pudran y para mantener un riego equilibrado.

No podar después de la floración 

Cuando las flores se marchitan, muchos las dejan tal cual. El problema es que esto resta energía a la planta. Podar las flores secas permite que concentre su fuerza en el desarrollo de nuevas raíces y hojas, preparando el terreno para una mejor floración futura.

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Descuidar la ubicación 

Los crisantemos necesitan entre cinco y seis horas de sol directo al día. Colocarlos en zonas con demasiada sombra provoca tallos débiles y menos flores. Una terraza soleada o un rincón del jardín con buena luz es siempre la ubicación ideal.

Olvidar el fertilizante 

La falta de nutrientes se traduce en plantas apagadas y sin vigor. Incorporar fertilizante rico en fósforo y potasio estimula la floración y fortalece la planta. Un abonado ligero y regular marca la diferencia entre un crisantemo pobre y uno lleno de colores intensos.

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No protegerlos del frío 

En zonas donde las heladas son tempranas, los crisantemos sufren si no se toman precauciones. Cubrirlos con manta térmica o trasladar las macetas al interior ayuda a prolongar su vida. Con este simple gesto, los crisantemos pueden sobrevivir más allá del otoño.

El secreto de su longevidad 

Evitar estos siete errores no solo alarga la vida de los crisantemos, sino que también garantiza que su floración sea abundante y colorida. Al final, cuidar de estas flores otoñales es cuestión de equilibrio: un poco de atención en el momento adecuado se traduce en un jardín lleno de belleza duradera.

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