Las mejores flores que puedes plantar en tu huerto para atraer a los insectos polinizadores

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Los insectos polinizadores no solo son fundamentales para la biodiversidad: también garantizan cosechas más abundantes. Y atraerlos es más fácil de lo que parece

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Joana Costa

Editor

La imagen del huerto perfecto suele centrarse en hortalizas robustas y frutos maduros. Pero lo que muchas veces no se ve —aunque lo sostiene todo— es la actividad incesante de los insectos polinizadores. Sin ellos, ni tomates, ni calabacines, ni pepinos.

En un momento donde la biodiversidad se ve amenazada por prácticas agrícolas agresivas, recuperar ese equilibrio empieza en casa. Plantar flores que atraigan polinizadores es mucho más que un gesto estético: es una decisión agrícola con impacto directo en el rendimiento del huerto.

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Además, estas flores no compiten con las hortalizas. Al contrario: las complementan, protegen y dinamizan el microecosistema del que depende todo el ciclo. No se trata de llenar el huerto de colores al azar, sino de elegir especies estratégicas que funcionen como imanes biológicos.

Aromas irresistibles

Entre las más efectivas está la caléndula, una flor resistente, de crecimiento rápido, que además repele algunas plagas. Su aroma y néctar son irresistibles para abejas y sírfidos. Plantarla entre hileras de lechugas o tomates es una táctica sencilla pero poderosa.

Otra opción infalible es la borraja, que no solo atrae abejas sino que mejora la salud del suelo. Sus flores azules y comestibles son un añadido gourmet, pero su verdadero valor está en su capacidad de estimular la presencia de insectos útiles en el entorno.

También destacan las zinnias, especialmente apreciadas por mariposas y abejorros. Su larga floración durante los meses cálidos garantiza un suministro continuo de néctar. Y su fácil cultivo la convierte en una opción ideal para principiantes con aspiraciones ecológicas.

Trabajo invisible

Estas flores actúan como aliadas invisibles del agricultor. No requieren tratamientos especiales, y su mantenimiento es mínimo. Eso sí, lo que sí exigen es coherencia: evitar pesticidas que anulen el esfuerzo de atraer a los polinizadores que luego se ven intoxicados.

Cultivar pensando en los insectos es una forma de entender que un buen huerto no se mide solo por lo que produce, sino por cómo se integra con su entorno. Y ahí, la presencia de flores amigables marca la diferencia entre una cosecha discreta y un ecosistema lleno de vida.

Foto | Michael Hodgins y Jonas Von Werne

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