Recurrir al ají amarillo da un toque ácido y ligeramente picante a nuestros guisos sin esfuerzo y con mucho sabor
Los guisos de pollo son una de las maneras más baratas y sencillas de dar de comer a un regimiento sin complicarnos mucho la vida en la cocina. De hecho, la cocina española está llena de referencias a este tipo de platos, ya sea con el pollo entero, con las alitas o con los muslos, que nos vienen de perlas en cualquier momento del año.
Sin embargo, hay un guiso de pollo que es infalible para los que quieren un sabor un poquito diferente, si bien no hay nada de malo en hacerlo a la manera española. Típico de la cocina peruana, el ají de gallina es una de las grandes preparaciones de la gastronomía de Perú y una receta que, en cierto modo, bebe muchísimo del clásico pollo en pepitoria.
Oficialmente se le conoce como ají de gallina, pero evidentemente se puede hacer con pollo, que es lo más habitual y lo que más fácilmente vas a encontrar en cualquier mercado o tienda.
La ventaja que hay en ciertas preparaciones de ají de gallina es que vamos a guisarlo, pero recurriendo a las pechugas y no, no van a quedar nada secas. Lo primero que hay que hacer es poner a cocer una pechuga de pollo, entera, en agua con sal. Podéis, si queréis, añadir alguna aromática en esa agua como laurel o pimienta y, también, un poco de ajo, pero va al gusto.
Cuando la pechuga esté cocida, la deshilachamos y reservamos sin desechar el agua de la cocción. Mientras tanto, salteamos una cebolla y un ajo en una sartén hasta que queden transparentes. Llegados a ese punto, solo habrá que añadir la pasta de ají amarillo, que vas a encontrar muy fácilmente en cualquier supermercado de comida latinoamericana o por internet.
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Dejas que se integre con la cebolla, agregas un poco de pan de molde remojado en leche (y escurrido) y la pechuga deshilachada, cociendo durante 10 minutos para que se integre todo. La textura debe ser sedosa y cremosa, así que puedes recurrir a un poco más de leche y al caldo que hemos reservado para que tenga ese tono y ya podrás servir tu ají de gallina.
Habitualmente, se remata con unas nueces machacadas y con un huevo cocido, pero puedes omitirlo si lo deseas, aunque le queda particularmente bien. Como es lógico, este guiso de pollo también lo puedes hacer con muslos, contramuslos o alas, simplemente debes obviar la parte de precocer el pollo y, simplemente, marcarlo en la sartén con un poco de aceite antes de empezar el sofrito.
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