No seremos nosotros los que neguemos que, a veces, comer crucíferas se puede hacer pesado, sobre todo para los más pequeños de la casa. Más aún si nos dedicamos a servirlas cocidas —y recocidas— donde no quedan ni propiedades ni gracia.
Sin embargo, la cosa cambia cuando entramos en el terreno de los gratinados, momento en que una bechamel y un poquito de queso pueden dar muchas alegrías a cualquier tipo de platos.
No hay más que pensar en una coliflor gratinada o en el clásico gratin dauphinois, receta tradicional francesa a base de patata de las que hacen la boca agua.
Hoy, para dignifica al brócoli y hacerlo más apetecible, nos marcamos un gratinado de los que hacen afición y que veréis que es tan resultón como sencillo.
Ingredientes
- Brócoli 400 g
- Harina de trigo 40 g
- Mantequilla 40 g
- Leche de vaca, del tipo que sea 500 ml
- Sal
- Pimienta negra molida
- Nuez moscada molida
Cómo hacer brócoli gratinado
- Tiempo total 25 m
- Elaboración 5 m
- Cocción 20 m
Lo primero que debemos hacer es cortar el brócoli en floretes de unos seis centímetros para que la cocción sea uniforme. Mejor luego cocerlos al vapor, bastarán tres o cuatro minutos, pero si no, hacerlo en agua con sal, vigilando que queden tiernos pero crujientes y verdes.
Mientras marchamos el brócoli, precalentamos el horno a 170 ºC y hacemos la bechamel, derritiendo la mantequilla a fuego medio en un cazo, añadiendo la harina y cocinándola un par de minutos sin dejar de remover.
Vamos añadiendo la leche caliente a hilo mientras seguimos removiendo con la varilla para que no salgan grumos. Una vez lista, cocinamos la bechamel cinco minutos evitando que se pegue y corregimos de sal, pimienta negra y nuez moscada.
Por último, disponemos los troncos del brócoli en una fuente de horno, napamos con la bechamel y con un poco de queso rallado —al gusto y si queremos— y gratinamos hasta que esté dorado.
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Con qué acompañar el brócoli gratinado
Esta receta funciona muy bien como segundo plato, el cual además podemos engordar a voluntad añadiendo, por ejemplo, atún, huevo o pollo, e incluso sustituyendo ciertos ingredientes como la leche por leche evaporada y variando el tipo de queso que queramos usar. También podemos quitar la bechamel y cocinar solo con queso, así que las opciones son muy variadas.
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