Así hay que comerse los kiwis para aprovechar todo su potencial, según Boticaria García

La farmacéutica y divulgadora explica que consumir el kiwi de este modo aporta hasta un 50% más de fibra

Joana Costa

Editor

El kiwi es una de esas frutas que genera división: hay quien lo adora por su frescura y quien lo evita por su textura poco amable. Pero la polémica no está en la pulpa verde y jugosa, sino en lo que muchos consideran innegociable: la piel rugosa.

Durante años, el gesto automático ha sido pelar la fruta antes de comerla, aunque eso signifique perder parte de sus beneficios. Lo curioso es que la ciencia dice lo contrario. Según la experta en nutrición y farmacéutica Boticaria García, con una popular cuenta en redes sociales, lo más recomendable es comer el kiwi con piel incluida.

Sí, esos pelillos que parecen un obstáculo son, en realidad, un tesoro escondido. Porque al dejar la piel, la fruta ofrece hasta un 50% más de fibra, un extra que ayuda a la digestión y mejora la sensación de saciedad.

La idea no deja indiferente. Para muchos resulta extraño imaginar morder directamente un kiwi entero, como si fuera una manzana, con esos pelos tiesos. Pero la clave está en la preparación: lavar la fruta bajo el grifo y pasarle un cepillo de fruta suave para eliminar buena parte de los pelillos.

El resultado es una superficie más lisa y agradable al tacto, lista para disfrutar sin remordimientos. Se trata de un ejemplo de hábito sencillo con gran impacto.

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Comer kiwi entero, ¿qué se gana?

Además de la fibra, la piel concentra antioxidantes, vitaminas y minerales que complementan el valor nutricional de la pulpa. Ese aporte extra convierte al kiwi en una fruta aún más completa, sobre todo para quienes buscan reforzar su dieta con alimentos naturales y saciantes. Un plus saludable que hasta ahora muchos estaban desechando.


Qué hacer con los extremos

Otro de los detalles prácticos que señala Boticaria García es la posibilidad de recortar las partes duras de los extremos. Basta con un cuchillo pequeño para retirar esas zonas más correosas y dejar la fruta lista para hincarle el diente. De este modo, se conserva lo mejor de la piel sin renunciar a la comodidad. Una adaptación práctica para los más escrupulosos.

Un cambio cultural

En muchos países asiáticos y europeos, comer kiwi con piel no es novedad, pero en lugares donde el pelador es sagrado, la costumbre puede resultar extraña. Sin embargo, cada vez más nutricionistas recomiendan normalizarlo, del mismo modo que ocurre con las manzanas, peras o uvas. El kiwi deja de ser una fruta “complicada” y se convierte en una opción rápida y completa. Una reeducación alimentaria que suma adeptos.

Lo interesante es que no hace falta un gran esfuerzo para incorporar este hábito. Un lavado a conciencia, un cepillado ligero y, en caso necesario, un corte en los extremos. Con esos simples pasos, la fruta conserva su valor máximo y se evita el desperdicio de parte de sus nutrientes. Una forma de aprovecharla al cien por cien con un gesto mínimo. Un auténtico ejemplo de eficiencia natural.Foto | Montaje

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