Las cuatro plantas que es importante podar en julio para no condenarlas a muerte pasado el verano

Algunas plantas leñosas no perdonan una poda fuera de temporada

Joana Costa

Editor

Pocas cosas son tan aparentemente inocentes como una poda fuera de fecha. Sin embargo, ese gesto mal calculado puede ser el principio del fin para ciertas especies leñosas. Julio, con su mezcla de calor estival y brotes que ya se han asentado, se convierte en una ventana estratégica que no conviene desaprovechar.

Hay quienes podan por estética, y quienes lo hacen por salud vegetal. Pero para determinadas plantas leñosas, julio no es una recomendación: es una exigencia casi quirúrgica. No se trata de una cuestión ornamental sino de vitalidad: cortar a destiempo significa debilitar, exponer y, en casos extremos, condenar a la planta a una sentencia segura.

Tampoco hay que dejarse llevar por la prisa. Podar bien en julio implica conocer el ciclo de cada especie, comprender sus ritmos y saber leer sus señales. Hacerlo sin ese conocimiento es tan útil como cortar el pelo a ciegas: se puede, pero no debería hacerse.

Lavanda

En ese grupo selecto de plantas que deben podarse en julio destaca la lavanda, especialmente si se quiere conservar su forma compacta y promover nuevas floraciones. La poda debe ser ligera, sin tocar la madera vieja, y preferiblemente tras la primera floración.

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Retama

Otra especie que pide tijera en julio es la retama (Cytisus), que florece en primavera y se beneficia de un corte tras la floración para evitar un crecimiento desordenado y pobre. Al igual que la lavanda, no tolera cortes drásticos en la madera endurecida.

Boj

También figura en esta lista el boj, un clásico de setos y topiarias. Julio es ideal para darle forma tras su primer brote del año. La clave está en hacerlo en un día nublado y fresco para evitar quemaduras solares en las partes recién expuestas.

Grosellas

Las grosellas solo desarrollan bayas grandes en racimos largos si se podan con regularidad. Si el arbusto se deja sin cuidar, envejece con rapidez y, en apenas cuatro años, su rendimiento cae de forma evidente: los racimos se acortan y las bayas reducen su tamaño. Para evitarlo, es fundamental podar las grosellas rojas y blancas justo después de la cosecha. Los brotes laterales agotados deben recortarse dejando únicamente pequeñas secciones con una o dos yemas, desde las cuales surgirán nuevos tallos productivos y vigorosos.

Herramientas limpias

Pero incluso conociendo el cuándo, hay que dominar el cómo. Usar herramientas limpias, afiladas y bien desinfectadas no es una obsesión de puristas, sino una garantía de que la planta no será infectada ni dañada innecesariamente.

Más allá de lo técnico, podar en julio es también un acto de observación y disciplina. Es el mes donde el jardín entra en una fase madura, y cualquier intervención debe ser pensada como una cirugía menor: precisa, necesaria y sin margen para errores.

Foto | Anna Shvets y Tamara Elnova

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