No sabíamos por qué a muchas personas les sienta mal el gluten sin ser celíacas. Un nuevo estudio apunta a causas psicológicas

Una de cada diez personas sufre sensibilidad al gluten no celíaca y vincula esta dolencia con el malestar psicológico y el síndrome del intestino irritable

Liliana Fuchs

Editor

Hinchazón, dolor abdominal, gases, diarrea... son síntomas que algunas personas experimentan después de comer alimentos ricos en gluten. Pero no son celíacas ni tienen alergia al trigo. En teoría no tendrían ningún problema en ingerir un pan normal o un plato de pasta corriente, y sin embargo las digestiones pueden ser toda una tortura. Es lo que le sucede a una de cada diez personas en todo el mundo.

Es la conclusión que lanza un reciente estudio publicado en la revista Gut, el más completo hasta la fecha que analiza la prevalencia mundial de la sensibilidad al gluten o al trigo no celíaca, una dolencia que parece afectar a un perfil muy concreto de personas: mujer con malestar psicológico y/o con síndrome del intestino irritable (SII).

La revisión sistemática metaanálisis analiza 25 estudios publicados entre los años 2014 y 2024 que incluyen 49.000 individuos, en su mayoría adultos de diversas edades, de 16 países de América, Europa, Pacífico oeste, sudeste asiático y la cuenca mediterránea oriental. Dos de ellos incluyen además datos pediátricos de niños y jóvenes.

La sensibilidad al gluten no celíaca (SGNC) es un trastorno que ha ido ganando relevancia en los últimos años a raíz del mayor conocimiento que hay en la sociedad sobre el gluten, la celiaquía y otros problemas digestivos vinculados también a la inflamación crónica y la salud de la microbiota. A pesar de que se puso de moda no comer gluten sin que hubiera motivos para ello, difundiéndose la falsa creencia de que una dieta sin gluten es más saludable o que ayuda a adelgazar, sí ha aumentado el número de personas que se autodiagnostican sensibilidad al gluten. 

A nivel sanitario es complicado tratar esta dolencia, pues no existen en la actualidad suficientes estudios científicos ni biomarcadores para identificar esta patología como algo independiente de otros trastornos digestivos. Además, los pacientes pueden restar importancia a los síntomas al no parecer muy graves, pudiendo derivar en enfermedades crónicas y otros problemas de salud por carencias nutricionales. 

Más recientemente ha aumentado el porcentaje de personas que, simplemente,  elimina el gluten de su dieta por decisión propia, al comprobar que no le sienta bien. Por eso, en inglés, se habla de self-reported non-coeliac gluten and wheat sensitivity, sensibilidad al gluten y al trigo no celíaca autoinformada o autodeclarada.

Es la única solución que quien sufre estas dolencias encuentra a su malestar, el cual puede afectar gravemente a la calidad de vida y llegar a causar cierta desesperación en quien no encuentra respuestas en la medicina. Como saludable, me sienta la comida fatal, pero no tengo alergias ni intolerancias; la única salida que parece lógica es evitar aquello que sé que me sienta mal, aunque no sepa por qué.

“La sensibilidad al gluten no celíaca ha surgido como un fenómeno global en los últimos años; sin embargo, no existen estimaciones de su prevalencia, características clínicas o factores asociados a esta afección”, confirma a SMC España Cristina Gómez Casado, de la Sección de Inmunología Básica y Clínica de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica.

Gómez valora la robustez del metaanálisis presentado por Mohamed G. Shiha y sus coautores, señalando que es un estudio muy exhaustivo y riguroso. Sin embargo, es solo un primer paso para seguir investigando en esta dolencia, pues indica mucha variabilidad entre los estudios analizados. 

Según concluye la investigación, hay una prevalencia mundial de SGNC autodiagnosticada del 10,3 %, apuntando además a que se asocia mayoritariamente al género femenino y a comorbilidades como el síndrome de intestino irritable, la ansiedad o la depresión. 

Esto abre una nueva vía por explorar para comprender la patología. “Los autores sugieren que el eje intestino-cerebro puede ser responsable de esta afección, y señalan la necesidad de estudios que exploren los mecanismos inmunológicos, el estado de la barrera intestinal y la microbiota”. De esta manera, se podrían descartar otros diagnósticos, ya que casi la mitad de quienes evitan el gluten lo hacen por decisión propia, sin seguir ningún consejo médico.

Este estudio, concluye Gómez, es un buen punto de partida para mejorar el tratamiento clínico de la sensibilidad al gluten no celíaca y comprender qué hay detrás de que a una persona no le sienten bien los alimentos que lo contienen.

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